Alta gastronomía y recetas antiguas, la apuesta “loca” de una chef con Sol

Alta gastronomía y recetas antiguas, la apuesta “loca” de una chef con Sol
La chef andaluza Charo Carmona

La chef andaluza Charo Carmona, distinguida con un Sol Repsol, se puso por primera vez tras los fogones de manera profesional hace más de 26 años -ya cumplidos los cuarenta- y cuando decidió dar el salto a la alta gastronomía, le dijeron que “estaba loca por apostar por lo tradicional” para lograr ese objetivo.

 

No se rindió y hoy se ha ganado su sitio en un espacio habitualmente copado por varones gracias a una “cocina basada en la tradición”, que incluye recetas con siglos de antigüedad adaptadas “al gusto de ahora” como el lomo de orza, uno de sus “platos estrella”, cuenta en una entrevista a EFE.

 

El primer reto con el que se topó fue hacerse cargo de un local de comidas en Antequera (Málaga) sin tener estudios de cocina, explica, en aquel entonces el “típico barecito de pueblo con una pensioncita arriba, donde se abría a las siete de la mañana, se hacían churros, se daban desayunos, se preparaban tapas y se servían cenas”.

 

Comenzó “multiplicando por veinticinco o por treinta los potajes” que preparaba para casa y utilizando las recetas de su suegra, Paca, “una maestra fabulosa” -recuerda con cariño- que la enseñó a preparar muchas de las comidas que aún hoy se sirven en "Arte de Cozina" y le transmitió el amor por esta profesión, “si una pasión se puede traspasar”.

 

 

De conciliación familiar, ni hablar

 

Los comienzos fueron “complicados”, asegura, porque sacar adelante el negocio sola, llevar la casa y atender a sus dos hijos -aún pequeños cuando empezó- en una época en la que nadie hablaba de conciliación familiar, no resultó fácil y esos “primeros tiempos fueron sumamente duros”, recuerda con cierta pena.

 

Sin embargo, “no lo cambiaría de ninguna manera” y a pesar de que llegó a la restauración más tarde que la mayoría de sus compañeros, sin formación en gastronomía y empujada por “una coyuntura económica negativa”, en la cocina encontró su sitio y en ella se siente muy a gusto, dice con rotundidad.

 

 

En estos momentos está donde quiere estar y su casa -como se refiere a su restaurante- está como quiere que esté, afirma satisfecha por el trabajo hecho y los logros obtenidos a lo largo de estos años, de alguno de los cuales queda constancia a través de los premios y reconocimientos que exhibe con orgullo en las paredes de Arte de Cozina.

 

La señora cocina, el marido figura

 

Charo no ha sentido que la hayan tratado “ni de menos, ni de más”, pero sabe que se ha movido -y aún se mueve- en “un mundo de hombres”, donde ha conocido a “señoras que eran las cocineras pero quien figuraba era el marido”, apunta, en muchos casos por decisión de la mujer, “menos agresiva” a la hora de figurar y con otras prioridades.

 

Tampoco le es ajeno que en la alta gastronomía “llaman a los hombres para todo” -reflexiona en voz alta- y aunque no quita mérito a los cocineros, ni quiere entrar en una lucha de sexos, incide en que “el hombre está muy empeñado en salir” y lograr premios, pero para ello -apostilla entre risas- “tendrá quien esté" y lo sustituya en los fogones.

 

Ellos se han preocupado más por estar que nosotras -recalca- aunque ahora se ve que a la mujer le está interesando participar de forma más activa” en congresos y eventos culinarios y tener su cuota de reconocimiento, matiza; los tiempos están cambiando y existe más conciencia de que “los negocios se tienen que vender de otras maneras”, añade.

 

Aunque todavía “hay mucho que decir y que arreglar” al respecto, esta chef antequerana “rechaza de plano" el discurso reivindicativo extremo y se muestra contaría a una “guerra hombre-mujer” en la cocina; prefiere quedarse con lo positivo -se considera optimista- y trabajar en pro del cambio.

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