Reportaje | Más de veinte años de intentos para contar con un casco histórico peatonal

Reportaje | Más de veinte años de intentos para contar con un casco histórico peatonal
La calle Galiano fue la primera de la ciudad que se peatonalizó totalmente | j. meis

No se trata solo de decidir si peatonalizar sí o no –aunque para muchos es esta la cuestión–, ya que es difícil concebir ciudades y muchos pueblos sin zonas destinadas únicamente a uso peatonal, sobre todo en cascos históricos. La polémica estará presente se tome la decisión o no y si ahora se habla exclusivamente, para los detractores, de la necesidad de aparcamientos o de las consecuencias de que los coches no lleguen casi hasta las puertas de los establecimientos, si se acomete la idea de acotar la circulación rodada los problemas continuarán con los árboles que se coloquen, los bancos o las farolas. De eso sabe mucho Ferrol desde la década de los noventa pero, sin embargo, de nada ha servido la experiencia, ya que ningún ejecutivo quiere coger la sartén por el mango y prefieren ir dando pequeños pasos, como hasta ahora han hecho las distintas corporaciones de diferentes colores políticos.
La calle Galiano fue el “experimento” que a mediados de los años noventa se decidió poner en marcha para iniciar el camino hacia un centro peatonal. Más allá de que Galiano dejase de ser entrada o salida de la ciudad en coche, la polémica continuó estirándose con las farolas que se instalaron. Hubo informes para todos los gustos, dependiendo de qué administración los hiciese y así las primeras luces que tuvo esta calle –farolas isabelinas– dejaron paso a unas minimalistas porque era necesaria una ruptura. Poco tiempo después, fue preciso retirar estas nuevas luminarias e instalar nuevamente otras más acordes con la época del barrio.
Hubo que esperar al año 2000 para la peatonalización de la calle Dolores y entonces los árboles y los bancos que se colocaron protagonizaron titulares día sí día no por su acumulación en tan poco espacio. Fue preciso reformar estas ubicaciones y espaciarlas más a lo largo de la calle. Después llegó un tramo de la calle Real y los bancos también dieron mucho que hablar y fueron recolocados en otros puntos de la ciudad. Todavía hoy no se ha conseguido la peatonalización total de la calle Real –falta una manzana, la de la plaza de Armas–y ha sido en este mandato cuando se cortó definitivamente al tráfico –antes lo era en determinados horarios– el resto del vial, con críticas y protestas de comerciantes y hosteleros.
Entre tanto, se peatonalizó un tramo de la calle del Carmen –de nuevo las farolas fueron objeto de debate–, la calle María, en el tramo quizás menos transitado, o la calle Magdalena, donde se comenzó con la instalación de las terrazas de hostelería.
La dispersión temporal del proceso de peatonalización ha hecho que nunca llegase a esfumarse la polémica en torno a este tema y que afectase, de una u otra manera, a los distintos gobiernos.
La herencia del ejecutivo de Jorge Suárez pasa, por el momento, por cortar al tráfico un tramo de la calle Real, que solo estaba abierto de 23.00 a 11.00 horas, y la peatonalización del entorno del Cantón, a la que llovieron numerosas críticas pese a que ha permitido que la hostelería cuente ahora con un amplio paseo para uso de los potenciales consumidores.
Sin que se haya avanzado –más allá del proyecto– en la obra de la plaza de Armas, que implicaría ampliar los espacios peatonales en su entorno, ya se ha discutido y criticado durante meses. Ahora, se esperan más informes de los que ya existen, a sabiendas, porque así ha sucedido ya en decenas de obras urbanísticas, que habrá siempre uno que de la razón al que quiere peatonalizar y otro que considere que no es lo recomendable.
A menos de un año para el fin del mandato, los que vengan mantendrán, a todas luces, viva la polémica. l

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