Reportaje | El complejo y minucioso oficio de de los fabricantes artesanales de gaitas

Reportaje | El complejo y minucioso oficio de de los fabricantes artesanales de gaitas
Marcos García trabajando en la fabricación de una gaita en su ‘obradoiro’ artesanal, ubicado en la calle Magdalena | jorge meis

Existen ciertas profesiones que, más que oficio, deberían de ser consideradas una disciplina artística más. Este es el caso de la que desempeña Marcos García Martínez, que desde hace un año, se gana la vida gracias a su taller donde fabrica, mediante un metodo totalmente artesanal, distintos instrumentos folclóricos gallegos, aunque especialmente la estrella de nuestra música tradicional: la gaita.
La pasión por este instrumento le fue inculcada a muy temprana edad a Marcos por su padre, Lolete, un famoso maestro gaiteiro. De este modo, con tan solo diez años ya era un experto tocándola. Fue también por medio de su padre como conoció al recientemente fallecido Antón Varela, conocido como Tonecho, prestigioso intérprete y artesano fabricante de gaitas de Canido. “Mi padre y él eran buenos amigos y le propuso que trabajse con el en el taller como aprendiz, y así empezó todo. Yo llegué con 19 años y apenas tenía idea de la profesión, ¡si ni siquiera sabía lo que era un torno!”, confiesa.
Durante un periodo de diez años, Tonecho le enseñó a Marcos todo lo que debía conocer para hacer de este oficio un verdadero arte, llegando al perfeccionismo en la elaboración y afinación de cada una de las piezas fabricadas. Después sus caminos se separaron pues Marcos decidió cambiar de profesión.
Ese taller, ubicado en pleno corazón del barrio de la Magdalena, es el único existente en la ciudad naval y precisamente el mismo que ahora lleva un año tutelando García, por petición casi póstuma de su maestro. “Estando muy enfermo, en cuidados paliativos me llamó para que le echara una mano puesto que sentía una profunda pena por ver desaparecer el lugar donde había invertido tantos años de duro trabajo. Por eso decidió ofrecerme que continuase con su labor en el ‘obradoiro’ ”. Un año después de haber tomado el relevo de Tonecho,  Marcos García describe su experiencia en el obrador como maravillosa. Este corto periodo de tiempo ha superado todas sus expectivas pues “no esperaba que fuese tan bien, sobre todo siendo mi primer año”, asegura.
Un largo y laborioso camino
El proceso de la madera en su totalidad –e incluso el anillado metálico en algunos casos– lo realiza García empleando el mismo método artesanal que existía desde hace 50 años. “Hoy existen maquinarias que facilitan el trabajo, pero yo no dispongo de las mismas”, cuenta.
Este procedimiento –para el que emplea principalmente madera de granadillo de Madagascar y de buxo– es laborioso, pero destaca especialmente por su larga duración.“Desde el tiempo de secado, que es alrededor de unos diez años, la selección de la madera, el serrado, el cilindrado, el barrenado y el torneado. Durante todo ese proceso hay que respetar sus pautas de espera para que la madera se vaya acomodando a su nueva forma y que se logre un resultado que quede lo más rectilineo posible y con  menos vibración”, explica.
Además, también lleva a cabo el proceso de afinado con los punteiros. “Lo único que no fabrico son las palletas, que es la parte esencial de la gaita. Estas son elaboradas por palleteiros expertos, con mucha más experiencia y maña”, señala. 
Con lo que más disfruta Marcos es con la libertad que le aporta el proceso de torneado. “No hay dos gaitas iguales. Cada una es una pieza única pues puedes recrear como quieras en cada una de ellas durante el proceso de torneado. No hay una obligación de llevar unas pautas exactas. Esto me da libertad para hacer lo que yo quiera en todo momento”, cuenta el artesano. 
Aunque principalmente sus ventas son a nivel comarcal, también exportan a otras partes de España y Europa. “Este verano fui a un festival, al que siempre iba Tonecho, en Châteu D’ars, en el centro de Francia, y allí pude comprobar que hay bastante comercio de gaita gallega a nivel europeo”, cuenta.
Marcos, quien también es director de Agarimo, apunta que los años de crisis pasaron factura en la cultura, especialmente en el mundo de la gaita, pero que la situación va mejorando. “Parece que se está retomando un poco más la aficción por este instrumento pero ya a título personal y no de forma colectiva como ocurría antaño”, cuenta. l

Reportaje | El complejo y minucioso oficio de de los fabricantes artesanales de gaitas

Te puede interesar