Pablo J. Rañales: “Esta novela me demostró que a base de trabajo es posible meterte en el mundo literario”

Pablo J. Rañales: “Esta novela me demostró que a base de trabajo es posible meterte en el mundo literario”
El mugardés Pablo J. Rañales, autor de “Siervos de tinta”

Escribió la novela entre los 19 y los 20 años. Iba a ser publicada por un proyecto editorial que al final no vio la luz y tuvo que aguardar hasta encontrar un nuevo hogar en la pequeña editorial cántabra Valhalla Ediciones, que la publicó el pasado diciembre. Ahora, a sus 23 años, el mugardés Pablo J. Rañales puede al fin compartir su ópera prima literaria, “Siervos de tinta”, con los lectores y lectoras dispuestos a embarcarse en las aventuras y vivencias de Eduard Ake, un escritor aquejado por el síndrome de la hoja en blanco, en los interiores de una institución literaria única en el mundo: la mansión de los personajes.


Ake recorrerá este espacio repleto de seres imaginados para encontrar a los futuros protagonistas de sus novelas, rescatándolos del aislamiento al que se someten en la propia institución. Fantasía y realidad conviven en las páginas de una novela que a Rañales, periodista de profesión, le ha valido, entre otras muchas cosas, para confirmar que a base de “trabajar, trabajar y trabajar, es posible meterse en el mundo literario”. Tras la presentación inicial en Ares a finales del pasado año, el viernes habló sobre su libro en su municipio natal, Mugardos.


¿Qué nos puede contar de la historia que teje en tu primera novela “Siervos de Tinta”?

Es el viaje de un escritor que se siente bloqueado creativamente y recibe una carta que le invita a una institución literaria única en el mundo que es la mansión de los personajes, que es donde están todos los personajes que todavía no han sido seleccionados para ser parte de una historia, de una novela, de un relato... Los escritores y escritoras viajan a esta institución para encontrar a los protagonistas de sus historias, tienen que conocerlos, ver qué opinan, qué les pasa, qué contexto tienen y después introducirlos en sus historias para que escapen de la mansión. Cuando escriben sobre ellos, los personajes dejan de existir en la mansión y se van a la novela.


Dice de la obra que bebe de su vínculo emocional con la narrativa de ficción pero sin dejar atrás cuestiones que han marcado el contexto contemporáneo...

La historia cuenta un viaje creativo pero también a mí me gusta verlo como un tejido de historias, dentro de la historia principal, hay muchísimas subhistorias y subtramas, y cada una habla de un tema, de un aspecto. Por ejemplo, ahora con todo lo que estamos viviendo en Ucrania, en la historia hay un niño que está abandonado en un bosque y que se dedica a tirar piedras a un lago no para que reboten sino para que se hundan. Es un niño que tiene una máscara por delante, que ha vivido cosas de adulto, la soledad, el dolor, cosas que no le correspondían como niño y eso lo que nos hace es hablar precisamente de toda la infancia perdida que se crea en los conflictos migratorios, en las guerras, y a mí me gusta pensar que la novela no solo va a describir de literatura, sino también de muchas otras aristas que van surgiendo en nuestro día a día, como los conflictos migratorios, la hegemonía del amor posesivo o el impacto de una sociedad industrializada en la infancia. Se trata de jugar con la realidad y la irrealidad, como una especie de realismo mágico.


¿Qué le ha aportado el haber escrito esta novela?

Me permitió, en primer lugar, ser consciente de que esto es posible. Yo con esta novela me obsesioné, la verdad; la escribí a los 19-20, la corregí durante todo ese proceso, la corregí a los 21, la corregí a los 22, hasta que finalmente se publicó. Fue sobre todo darme cuenta de cómo se escribe una novela y qué podemos hacer para evitar la obsesión, por ejemplo, de la corrección. Para mí fue muy duro corregirla porque me enfrentaba a un yo pasado que ya no era el mismo que el yo presente; ya no opinaba igual que el Pablo que la escribió a los 19 años y en cambio tenía que respetarlo, y entonces ese proceso de corrección fue para mí muy potente y también aprendí mucho. Para mí esta novela fue decir: ‘es posible meterte en el mundo literario, se puede hacer, y sigue currando’; básicamente es trabajar, trabajar y trabajar.


¿Tiene ya en mente algún nuevo proyecto literario?

La segunda está en camino y creo que no tardará demasiado en llegar dentro de los plazos que tiene el mercado editorial, que son muy lentos. Estamos pendientes de qué cabida tiene, pero creo que sí llegará a buen puerto. Estoy pendiente de ver como encaja en Vahalla Ediciones y todavía no sabemos fechas, pero creo que tendrá buen puerto en la casa editorial.


¿Puede avanzar algo del contenido de la misma?

Pues en esta segunda obra nos vamos a encontrar con un protagonista que de repente se ve secuestrado y obligado a realizar un viaje turístico en autobús por toda Europa y se va a tener que enfrentar a una doble dimensión, el placer de viajar y descubrir mundo y el dolor de hacerlo de manera obligatoria. Es un viaje de realismo mágico porque también habrá lugares de ficción que nos hablen de ciertas dinámicas reales pero bajo una capa de fantasía y con una cuestión identitaria muy actual, como es quién soy yo, qué hago en el mundo y cómo me posiciono en él. Es un viaje iniciático de encontrarse y de reflexionar sobre redes sociales o sobre el impacto del mundo en nosotros, entre otras cuestiones.

Pablo J. Rañales: “Esta novela me demostró que a base de trabajo es posible meterte en el mundo literario”

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