El nuevo ciclo de la galería ferrolana Sarao se abre con generaciones y geografías distantes

Suso Basterrechea y Pablo Quesada, de Ferrol y Valencia, inauguran la idea innovadora de la galería de Catabois
El nuevo ciclo de la galería ferrolana Sarao se abre con generaciones y geografías distantes
Los artistas, Suso Basterrechea y Pablo Quesada, con el galerista Néstor Da Silva, durante la inauguración | DANIEL ALEXANDRE

“Diálogo I: Desborda el río” es el título de la exposición inaugurada ayer en Sarao Gallery, con el que ya se revela que se trata de un primer capítulo al que dar continuidad. La novedad reside en el formato, que hace confluir en un mismo espacio la obra de dos artistas diferentes, en el caso de la que ya está disponible en el centro cultural de Catabois, también procedentes de distintas generaciones y lugares: el valenciano Pablo Quesada (2001) y el ferrolano Suso Basterrechea (1968).


El subtítulo elegido apunta el nexo que encontró la organización y que le llevó a convocar a estos dos protagonistas que no se conocían. Tal como explica el galerista Néstor Da Silva, el relato de Quesada alude a la topografía y a los ríos, mientras que el de Basterrechea se relaciona con la sobresaturación de imágenes, dos puntos distantes que al acercarse sugieren ese “desbordar”.


“Nos gustan mucho las exposiciones individuales, creemos que es la manera que más disfrutamos de trabajar con los artistas, cuando pueden involucrarse completamente en el espacio”, aclara este responsable, marcando las distancias con muestras colectivas como la anterior, que incluía a trece creadores.


El nuevo formato adopta un punto intermedio que “nos permite tener dos exposiciones individuales al mismo tiempo, un poco más reducidas, y también se genera una tercera”, que comunica un mensaje totalmente diferente. Da Silva continúa advirtiendo que las combinaciones serán muy diversas, con más o menos armonía pero, “desde luego, el año que viene va estar cargadito de Diálogos”.

 

Artistas

La parte de Suso Basterrechea, según describe él mismo, presenta “un carácter bastante escultórico”, además de jugar “con algunha das imaxes que ultimamente poño pola rúa, cun sentido da arte colectivo porque se poden coller carteis de balde, e unha instalación con caixas de luz e obxectos encontrados”, como las características mesas o escaleras que ya son identidad del autor.


En cambio, el trabajo de Pablo Quesada  “trata de entender la vida y la producción artística como un caminar hacia delante, en el que cada paso que das se debe al que has dado anteriormente”. Así, conecta con la iniciativa de Sarao al interpretar la experiencia vital como “un diálogo entre el libre albedrío y el no poder cambiar cosas”.

 

Este hecho, en el que la toma de decisiones y el aprendizaje influyen, lo relaciona con la pintura, que es la que decide exponer en esta ocasión, aunque con la disposición en el espacio de las piezas “adquiere un carácter casi escultórico”. En esta materia surgen “errores y marcas que los artistas aprovechan y a veces se convierten en su impronta”. En contraposición, el arte gráfico digital permite la práctica “no natural” de hacer y deshacer.


“Este concepto lo he abordado, estos últimos años, desde las estéticas y las poéticas de los ríos, hablando del agua que cae sobre un camino que ya está impuesto pero que elige hacia donde cae”, siendo los seres humanos el agua vertida sobre unos límites que nosotros mismos imponemos, “involuntariamente, por nuestros aciertos y errores”. 

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