El hartazgo de los mariscadores de Ferrol con “Manoliño”, el delfín que nos manipula

Las trifulcas entre gentes del mar y cetáceos en la ría ferrolana ya se daban en el siglo XVII
El hartazgo de los mariscadores de Ferrol con “Manoliño”, el delfín que nos manipula
En Curuxeiras hay carteles indicando cómo hay que proceder cuando uno se encuentra con “Manoliño” | JORGE MEIS

Su fama le precedía cuando llegó a la ría de Ferrol. Venía de Muros, donde hacía las delicias de vecinos y turistas con sus juegos, pero donde también dejó tras de sí un reguero de incidentes, entre ellos el mordisco que mandó al hospital a una bañista cuando huía asustado de unas motos de agua. Lo bautizaron allí como “Manoliño” y así lo llama todo el mundo aunque los mariscadores ferrolanos empiezan a referirse a él como “el puñetero delfín”.


Las que al principio eran consideradas gracietas, ahora se han convertido en incomodidades e incluso en un impedimento para faenar con normalidad, confirma el patrón mayor de la Cofradía de Pescadores y Mariscadores de Ferrol, Gustavo Chacartegui, quien denuncia que “empezó como una broma simpática, pero ha cogido una confianza peligrosa que es un perjuicio”.

 

Pudo acabar en tragedia


No es el único al que el delfín ha dejado de hacer gracia y cada vez son más comunes las críticas en las redes sociales aunque estos días atrás lo hayamos visto despidiendo a la “Méndez Núñez” junto a los buceadores de la Armada en varios vídeos virales. 

 

Con todo, Chacartegui señala que, precisamente, los profesionales que corren un mayor riesgo con él son los buzos: “A uno de ellos, en la campaña de la navaja, le quitó la manguera y lo arrastró. La suerte es que tenía experiencia y pudo subir rápidamente, pero si llega a ser otro... Podrían ser palabras mayores”, advierte.

 

 

Sostiene que, “si no jugarías con un oso de 300 kilos, estamos hablando también de un animal salvaje aunque parezca simpático; no queremos alarmar, pero es peligroso”, insiste, enumerando que tiene predilección por las varas y también por los rizones, y sus tropelías no son aisladas: “Te pasa una vez cada mes y no es un problema, pero a menudo, como ahora, que llegues al Castillo y tengas que dar vuelta, harta”.

 

Es “Confi”, no “Manoliño”


Pide el patrón que se tomen medidas porque “tenemos que vivir” y “no es solo el tema económico, es que es peligroso”. En este sentido, apunta además a que “alguien puede hartarse y hacer una barbaridad”, un miedo compartido por Alfredo López, portavoz de la Coordinadora para o Estudo dos Mamíferos Mariños (Cemma), quien rememora que en 2022 le dispararon con un arpón desde tierra intentando matarlo.


El experto se remonta a 2019 para explicar el comportamiento del arroaz, siendo entonces cuando hizo su aparición en Portosín. Desde el organismo advirtieron a los profesionales del mar de que, bajo ningún concepto, interactuasen con él porque, de lo contrario, se tomaría unas confianzas que serían perjudiciales. Sin embargo, a pesar de cumplir con la premisa, el último día de campaña, uno de ellos traspasó la línea y abrió la caja de Pandora.

 

 

“Daquela, o golfiño tiña un nome distinto en cada praia e, para nós é ‘Confi’ porque estaba confinado na ría de Muros e tamén porque estivo alí na pandemia; pero, a partir da interacción, de romper a súa burbulla, este mariscador púxolle ‘Manoliño’ e foi contando a historia por todos os medios”, recuerda López quien, no obstante, huye de “chamar a un animal cun nome de persoa”.


Desde Cemma no pueden ser más claros a la hora de relacionar las molestias que causa el delfín a los mariscadores y las interacciones que le facilitan los humanos porque lo han acostumbrado a jugar, reclamando que las autoridades empiecen a multar a las personas que tengan contacto con él a pesar de la advertencia.

 

Un 'manipulador'


En cuanto a los profesionales, asegura Alfredo López que en Ferrol no está siendo “tan problemático como chegou a ser en Muros” y que, por el momento, lo que deben hacer es acostumbrarse a que, al igual que los días de temporal no se puede faenar, aquellas jornadas en las que “Manoliño” esté juguetón, tampoco. O, como mucho, que cuenten con buceadores que lo entretengan.


Señala que, si bien no es ningún “golfiño asasino”, sí es un animal salvaje que mide tres metros y pesa 400 kilos, con lo que incluso sin intención de hacer daño, puede aplastar a alguien. “A ameaza sempre está é as culpables son las persoas”, reitera, poniendo sobre la mesa además algo determinante en su comportamiento.

 

 

“El exerce poder sobre nós”, advierte el experto, ahondando en que el delfín usa sus encantos para que la gente le siga, pero, si él no ha terminado de jugar, no permite que cese la interacción. “Houbo casos de bañistas que foron nadando con el e despois non lles deixaba retornar á praia”, incide, reiterando que, como dicen los carteles, evitemos todo tipo de contacto. A mayores, recomiendan que nunca se facilite su localización en redes sociales. 

 

Los mareantes del XVII ya estaban hartos de delfines

 

El investigador ferrolano Fernando Dopico publicó en la revista “Ecce Homo” un artículo sobre su importante hallazgo en el archivo diocesano: el libro de cuentas de la extinta Cofradía de San Roque, fundada por mareantes de la villa de Ferrol en abril de 1598. 

 

 

Entre las múltiples referencias de pagos y cobros que contribuyen a conocer a la sociedad del siglo XVII, aparece el abono de 50 reales, en 1623, a “un religioso de San Francisco” que realizó un trabajo por encargo de la hermandad. El fraile “tuvo que ir a la mar a descomulgar los golfiños”, una encomienda que, según el experto, demuestra que las gentes del mar, ya en aquella época, tenían trifulcas con los delfines porque les dejaban sin pesca.

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