Avenida de Vivero

Avenida de Vivero
La avenida de Vivero, en una fotografía tomada ayerdaniel alexandre

Reconozco que siento predilección por la costa lucense –del río Sor al Eo– por muchas y varias razones; en realidad, por la provincia de Lugo entera, pero la zona costera la conozco mucho mejor que el interior , casi palmo a palmo. Han sido no pocas las ocasiones en las que visité las localidades costeras, y aunque la mayor parte de las veces el viaje se debía a razones profesionales, de hecho, se transformaba en muy placentero. Por tal motivo, me resulta especialmente grato recordar a una de esas localidades del cantábrico gallego, nada menos que Vivero –Viveiro actualmente– la villa del Landro, al recorrer una vía ferrolana que lleva su nombre.

Hablemos primero de la calle de Ferrol, para luego recorrer –solo imaginariamente, por desgracia– las calles viveirenses. La Avenida de Vivero comienza (como todo el mundo sabe) en la Carretera de Castilla y sigue recta hacia el norte hasta la calle Río Mera; dicho de otro modo: es el lado oeste de la Praza do Inferniño. ¿Y desde cuándo es eso así? Para saberlo,
Retrocedamos en el tiempo al año 1967. A los viejos ferrolanos les resultará más fácil hacerlo si les digo que era la época del alcalde Rogelio Cenalmor y concejales –que yo recuerde sin mirar la lista– como Alfonso Couce Doce y Ramón Sánchez Dopico. Pues bien, en una sesión ordinaria del mes de septiembre del citado año, se trató, entre otros, una moción de la alcaldía sobre el tema que nos ocupa; así decía la moción: “Nuestra ciudad tiene una deuda de gratitud contraída con el vecino municipio de Vivero al celebrar éste en el mes de agosto último, el día de El Ferrol del Caudillo y dar el nombre de nuestro pueblo a una de las calles de dicha villa; por dicho motivo, la Alcaldía Presidencia que suscribe tiene el honor de proponer a la Excma. Corporación, acuerde dar el nombre de la Villa de Vivero a la calle denominada actualmente Avenida del Estadio, e invitar a la Corporación municipal de Vivero al descubrimiento de la placa que señalice el nombre de la calle”. Así se acordó. Su anterior nombre, Avenida del Estadio, a las personas mayores no hace falta decirles nada, pero a los muy jóvenes si conviene recordarles que ese era uno de los laterales del recordado estadio Manolo Rivera, escenario de históricas e inolvidables jornadas que el Racing de Ferrol ofreció a sus seguidores; concretamente, era el lateral por donde se accedía al palco y a las localidades de tribuna.

Cambios
Conocida ya la razón por la que se impuso el nombre actual y la circunstancia histórica del momento en que ocurrió, en un Ferrol ya muy distinto en muchos aspectos al actual; basten como sencillos ejemplos, el que si entonces el equipo de fútbol jugaba en el Inferniño, hoy lo hace en A Malata, o, en otro orden de cosas, que el presupuesto municipal de aquel año, previsto para el año 1968 era de ochenta millones de pesetas (exactamente 80.020.000 pesetas), el del presente año es casi cincuenta millones de euros (concretamente 49.256.449 euros).

Pero a partir de aquí no vamos a hablar de Ferrol, sino del puerto de los puertos del Cantábrico gallego, -así lo he leído en un libro titulado “Viveiro en el siglo XVI”, del que me gustaría comentar algo, pero que un artículo de periódico no permite-. Algunas actividades dignas de ser resaltadas comparten Ferrol y Viveiro, por ejemplo: la fama de su Semana Santa; son dos poblaciones marineras que pertenecen a distinta provincia pero a la misma diócesis –Mondoñedo– y, hasta hace pocos años al Departamento Marítimo (Zona Marìtima del Cantábrico más tarde). Sus Museos Navales son algo que yo siempre recomiendo visitar ; en uno y otro, el nombre y la historia de un mismo barco atraerá su atención: aquella fragata de nombre tan ferrolano –Magdalena– que supone un vínculo histórico entre Ferrol y Viveiro, pues si aquí fue construída, tras una larga e intensa vida, su final ocurrió allí una noche de temporal del mes de noviembre de 1810, cuando se encontraba fondeada en la playa; había llegado a Vivero –acompañada del bergantín Palomo– buscando refugio. De ese final de ambos buques –trágico, sobrecogedor y angustioso- se han escrito muchos artículos y algunos libros.

Algunos restos del buque, de gran interés, pueden verse en los citados museos.

El conjunto monumental, del que justamente puede presumir la villa, comienza por la puerta de Carlos V, de estilo plateresco; por el estilo y sobre todo por el nombre, está claro que es del siglo XVI, y es una de las tres puertas que quedan de las antiguas murallas; las otras dos son más antiguas. La actividad económica de la población es muy diversa: industria forestal, turística, de servicios, etc. Sin olvidar, claro está, la gran importancia del sector pesquero y marisquero, desarrollada básicamente en el puerto de Celeiro. Sus barcos conocen bien la zona del Gran Sol. De la importancia de esta actividad marinera podían aquí reflejarse cantidades y datos bien elocuentes, pero prefiero inclinarme es esta ocasión por darle otro enfoque. Del rico, variado y entrañable folklore gallego, hay canciones que son de todos conocidas y que nunca faltan en cualquier festejo popular; una de esas canciones retrata a la perfección el alma de la Galicia marinera; es la que lleva por título “Catro vellos mariñeiros”. ¿La recuerdan? Dice así: “catro vellos mariñeiros/ todos metidos nun bote/ boga, boga, mariñeiro/ imos para Viveiro/ xa se ve San Roque./ Ailalelo…. Os mariñeiros traballan/ de noite coa luz da lúa./Da gusto velos chegare/ pola maña cedo/ cheirando a frescura./ Ailalelo…. Levo sardiña e bocarte/ tamén xurelo pequeño./ Rapaciña de Viveiro/ vai buscar o lote/ do teu mariñeiro./ Ailalelo…”.

De personajes ilustres no me gusta hablar ( ni de esa población ni de ninguna otra ) porque siempre es una relación incompleta y subjetiva, y si se cita a uno solo, nunca es seguro que sea el más meritorio, pero dicho esto, sí se puede señalar que el visitante que recorra sus plazas y calles, se encontrará, frente a la casa del Concello, con una elegante estatua; se trata de don Nicomedes Pastor Díaz, destacado escritor (poesía, ensayo, novela) y político del siglo XIX.

Espero que esta fugaz visita virtual, sirva para provocar otra real a quien no conozca Viveiro, que puede ser en cualquier momento, no hace falta que sea en fechas especiales, como el día de la romería del Naseiro, que yo siempre recordaré.

Avenida de Vivero

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