Alicia Louzao | “La gente hoy tiene mucho que decir y algunos abrazan la forma poética para poder expresarse”

La profesora y poetisa Alicia Louzao (Ferrol, 1987) pasa estas fechas en la ciudad naval, a donde regresa con su primer libro de poemas bajo el brazo. Se trata del volumen “Manual para la incomprensión del insomnio”, que edita El Transbordador.

¿En qué momento empezó a interesarse por la poesía? 

Crecí rodeada de libros, y siempre tuve libertad para leer lo que quisiera, sin tener que pedir permiso, sin restricciones por parte de mis padres. Quizá esto sea porque los libros no hacen daño. Y así fue como conocí la poesía, aunque mi incursión en ella con más profundidad tuvo lugar durante la carrera de Filología Hispánica.
 
Ha publicado un primer poemario y en breve saldrá el segundo, ¿qué destacaría de cada uno de ellos? 

Ambos son el resultado de observar el mundo e intentar estar en paz con él. Muchas veces aparecen personajes que nos muestran ese mundo, las cosas mínimas que nadie ve, otras veces aparecen fantasmas y voces que les devuelven la vida. Hay mucha ausencia y nostalgia en ambos. 

¿Cree que el género poético está un tanto olvidado por la sociedad de hoy en día? 

Creo que estamos viviendo un periodo en donde el género poético está resucitando. He participado en micros abiertos, en slams de poesía, en jams, etc. La gente tiene mucho que decir. Y algunos abrazan la forma poética para expresarse. 

¿En qué consiste el proyecto de Prostíbulo poético del que usted forma parte en Madrid? 

El Prostíbulo poético es un proyecto dirigido por Sonia Barba y del que formamos parte muchos poetas como Alejandro Martínez, Fátima Delgado o Amanda Espinel. Para no desvelar del todo la magia del Prostíbulo, porque es algo que hay que ir a ver (en Madrid, Barcelona o Valencia), consiste en un recital colectivo donde los poetas vamos caracterizados con otros personajes. Y después del recital, el público selecciona a aquellos cuyas voces más les han conmovido. 
No existe el espacio ni el tiempo, solo hay poesía y cerveza. Es algo que realmente hay que experimentar.

Compagina la poesía con otras manifestaciones artísticas como la pintura, ¿qué le aporta cada una de ellas? 

El dibujo siempre ha llamado mi atención, es una forma de expresarse. Creo que las imágenes se pueden verter en palabras o en lápices, ambas manifestaciones artísticas van de la mano. Cuando escribes estás plasmando un mundo que palpita en tu cabeza, que se está creando. Y lo ves. Igual que el lector imagina lo que lee y le da forma. En mi caso, observo que una cosa va unida a la otra. Aunque en lo que más me centro es en la palabra. Pintura y poesía tienen en común que te permiten crear otros mundos. 

¿Cómo es su proceso de creación a la hora de hacer poesía? 

Me apoyo mucho en el sueño. Esta noche por ejemplo soñé con Patti Smith, me decía que no me quejara tanto por el trabajo, por el futuro,  que al menos tenía algo que me gustaba de verdad, que era escribir. Y lo siguiente que recuerdo es un árbol ardiendo. Y si ahora, consciente, araño un poco más, puedo crear algo con este sueño. Igualmente en la vida diaria, unos zapatos abandonados, una raíz con forma de patas de pájaro, etc. Si sabes mirar bien, casi todo es una llave para acceder a otro mundo.

¿Cuáles son sus poetas de cabecera, alguno que le haya marcado especialmente? 

Siempre tengo que citar a Julio Cortázar. Su escritura es como la de un niño. Y Ray Loriga, que es capaz de escribir novelas sobre drogas y rock con un delicado lirismo. Y Dylan Thomas; me acerqué a su escritura con 19 años, creo de la mano de mi profesor de Hispanoamericana, Joaquín Lameiro. Y fue todo un descubrimiento. Incluso los Monty Python son una especie de poetas, pues sabían ver el mundo con otros ojos.

¿Qué condiciones debe reunir un buen poeta para usted? 

Un poeta siempre será bueno para unos y “malo” para otros. El arte es subjetivo. Aunque si la pregunta es qué me llama la atención de un poeta, qué me hace querer escucharle, está claro,  para mí tiene que tener su propia voz, sin imitar a otros, y que no caiga en lugares comunes, o trilladas metáforas. Ante todo, alguien que te desgarre por dentro es un buen poeta.