Un Mundial para situar a la tapa como patrimonio inmaterial

Un Mundial para situar a la tapa como patrimonio inmaterial

La celebración del I Campeonato Mundial de Tapas, durante una jornada única ayer en Valladolid, acuñó el concepto de tapa global si se tiene en cuenta la participación de dieciséis chefs de los cinco continentes, lo que también ayudará a que la Unesco declare a este bocado Patrimonio Cultural Inmaterial.

El certamen “ayudará a que la Unesco declare muy pronto a la tapa como Patrimonio Cultural Inmaterial”, argumentó Rafael Anson, presidente de la Academia de la Gastronomía en España. Este bocado gastronómico “es en apariencia menor en relación con la alta cocina pero ha instaurado en torno suyo un modelo de convivencia y amistad”, añadió entre otros argumentos que, unido a su condición como seña de identidad de la gastronomía española, puede desembocar en su reconocimiento por parte de la Unesco, cuyas gestiones emprendió el Gobierno de España a mediados de 2016.

El representante español, Alberto Montes presentó “En busca del tesoro”, que presentó una especie de croqueta elaborada con pasta soplada de guantón rellena con un guiso de calamares en su tinta con salsa ali-oli oculta en un cofre. El no va más del genio lo puso la única representante de Oceanía, la neozelandesa Jasbir Kaur con su “Ignite” que presentó sobre una piedra preciosa encima de una base cuadrangular, visualmente en contacto ambas superficies pero no así en realidad. Kaur homenajeó a la gastronomía española con una hoja de galleta de trigo sarraceno ahumada y cordero envuelto en especias, todo ello acompañado con Horopito, un pimiento de montaña de Nueva Zelanda. Este guiño a la cocina española fue moneda común, como con Sandip Narang (India) y su crujiente de pollo y garbanzos junto a sendos gazpachos de mango y chile.

La América hispana tuvo su valedor en el panameño Yeins de León, que invitó a conocer su “Festín del chipirón”, elaborado con productos como el Pimentón de la Vera para sazonar un chipirón relleno con arroz de chorizo y tierra de morcilla, escoltado por una galleta de queso manchego con plátano macho. La América del Norte llegó con la canadiense Dan Craig, responsable de una croqueta de vieira patata y leche de chorizo, el mismo formato que empleó el chef italiano Maurizio Bleggi, en este caso con bacalao y adobo andaluz bañado en tinta de calamares con espuma de nata.

La única representante de África, el quinto y último continente en competición, fue la marroquí Fatima Namili, de Marrackech, que cautivó con un azulejo policromado de resonancia andalusí, un plato que ella misma ha definido como “de ida y vuelta” por este origen arábigo-español, consistente en paloma, almendra tostada y especies de su país. l

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