Los autoservicios de lavandería se convierten en blanco de los robos

Los autoservicios de lavandería se convierten en blanco de los robos
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Las lavanderías de autoservicio son un nuevo modelo de negocio, importado del norte de Europa, que hace poco que se ha hecho un hueco en la ciudad. Las primeras aparecieron hace cinco años, como una alternativa a la instalación de electrodomésticos en la propia casa. Pero, como ha ocurrido con otros negocios basados en la apertura al público las 24 horas y el autoservicio, estas lavanderías sufren a menudo actos de vandalismo o robos por parte de individuos normalmente muy jóvenes.


Por ejemplo, el mes pasado, en la Segunda Fase de Elviña, un puñado de adolescentes rompió el cristal protector de un extintor para robarse el dispositivo antiincendios antes de darse a la fuga. Meses antes, alguien había conseguido violentar la sala donde de se guardaba la recaudación para hacerse con cierta cantidad de dinero. “Normalmente no se llevan mucho, lo más importante son los daños”, explican las mismas fuentes. No todos los negocios sufren asaltos. Normalmente son los que se encuentran en los barrios periféricos los más expuestos a sufrir estos problemas. 

En 2017, este mismo fenómeno se dio con los puntos de venta de máquinas expendedoras que se habían abierto por toda la ciudad.   Como en el caso de las lavanderías, la suma de lo robado no sea grande pero los daños que provocan sí que resultan en un gran perjuicio económico porque las máquinas cuestan desde 4.500 euros (las más baratas) a 6.000. Algunas llegan hasta los 12.000 euros. Y como en el caso de las lavanderías, no está muy claro si el móvil es el económico o el vandalismo.

Casos similares 
Lo que sí está claro es que el problema suele repetirse hasta tal punto que a veces las empresas se ven obligadas a cerrar los puntos que les dan más problemas. Eso ocurrió, por ejemplo, con unas máquinas que la empresa Scentvending mantenía abiertas en la calle Socorro, en pleno centro de la movida nocturna. Pero los jóvenes no estaban solo por la labor de matar el hambre comprando golosinas y después de varios incidentes, no les quedó más remedio que cerrarlo Si ocurre lo mismo en el caso de las lavanderías, solo es cuestión de tiempo que se conviertan en el blanco de delincuentes más serios, capaces de desvalijarlas a base de palancas. O que sepan como burlas las alarmas o las cámaras con las que muchas veces cuentan este tipo de negocios. Muchos van encapuchados, para empezar, lo que prueba su premeditación. “A veces usan palancas para llevarse la recaudación. Van a por el cajetín y conocen sistemas para llevarse el billetero”, comentaba entonces una afectada.

Los autoservicios de lavandería se convierten en blanco de los robos

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