Seis jugadoras –Patricia Cabrera, Natalia Rodríguez, Jenna Allen, Sune Swart, Irene Garí y Dynn Leaupepe– siguieron en la plantilla tras el ascenso a Liga Endesa. Las bases Carmen Grande y Alicia Villegas, así como Milica Ivanovic, Taylor Koenen y Zoe Wadoux, completaron el grupo dirigido por Lino López. Sin embargo, el trabajo de pretemporada, pese a los resultados –buena imagen ante el Perfumerías en el Cidade de Ferrol, victoria ante Ensino en el trofeo de Narón y campeón de la Copa Galicia–, estuvo condicionado por los retrasos en la obtención de varios visados. El caso más sangrante, el de Dynn Leaupepe, que no pudo debutar hasta la quinta jornada ante Tenerife.
El salto de categoría es grande de por sí y en la Liga Endesa los escalones económicos están muy marcados. El Baxi, en ese sentido, ya sabía que, en este apartado, el suyo iba a ser de los últimos, pese al esfuerzo de la directiva para aumentar sensiblemente el presupuesto de la temporada, de los 399.000 euros de la campaña anterior a los 526.000 de esta. En esta cantidad –conviene recordarlo– se incluyen todos los gastos del club, es decir, de todos los equipos de base. Con esas limitaciones, el Baxi tuvo que hacer malabares para acabar de confeccionar una plantilla que seguía teniendo su base en las jugadoras que lograron un ascenso inmaculado en abril pasado y que se completó con deportistas que, salvo alguna excepción, no habían tenido continuidad en sus respectivos equipos.
Las lesiones y el Covid-19 condicionaron la puesta en escena del Baxi durante muchas fases de la temporada, también en el inicio. La pívot Jenna Allen, por ejemplo, se lesionó de gravedad en diciembre de 2020 –en Liga Femenina-2– y, desde entonces, completó en Ferrol el largo proceso de recuperación. Durante el primer tercio de la temporada, el cuerpo técnico se cuidó mucho de regular su carga de minutos para evitar una recaída. También llegaba de una lesión muy complicada la base catalana Alicia Villegas, que para más inri se lesionó –la misma dolencia, rotura del ligamento cruzado anterior y menisco, pero de su otra rodilla– hace un mes ante el Estudiantes, poco después de que la canterana Sonia Bra también tuviese que decir adiós a la temporada.
El Covid-19 también tuvo una clara influencia en los resultados del equipo –y en la preparación de los encuentros durante varias jornadas, desde diciembre pasado hasta finales de enero–, no solo por los casos propios, sino porque justo en uno de sus mejores momentos de la temporada –entre noviembre y enero– el estricto protocolo de la Federación conllevó la suspensión de los partidos ante Leganés, Kutxabank y Bembibre.
En diciembre, en plena ola Covid y aplazamientos varios, Zoe Wadoux acordó con el club su desvinculación aduciendo falta de minutos. El Baxi sondeó el mercado en busca de una sustituta para el juego exterior, pero ninguna de las opciones se concretó finalmente –sobre todo por las altas pretensiones económicas de algunos agentes y sus representadas–, con lo que el equipo perdió una rotación en un momento en el que lo habitual fue jugar dos partidos por semana. La lesión de Villegas el 12 de marzo dejó al Baxi con tan solo una base natural, Carmen Grande. Se valoraron varias alternativas, pero a falta de poco más de un mes de competición la posibilidad de incorporar a una nueva jugadora era muy remota.
Para el espectador, hay un factor clave que explica el descenso del Baxi: la escasa fortuna en los finales igualados del carrusel de encuentros del mes de enero. Es cierto que quizás haya faltado experiencia en algunos de ellos, pero la suerte nunca ha acompañado al equipo. El 9 de enero cayó en la prórroga –tras ir por delante durante todo el último cuarto– ante el Campus Promete en Logroño y, dos días después, perdió en el último segundo en la cancha del Kutxabank Araski tras dilapidar una renta de hasta 14 puntos en el parcial definitivo. El siguiente, también como visitante, era en La Seu ante el Cadí –cuarto clasificado–, y se rozó la proeza (60-54). Cuatro días después, de nuevo fuera de casa –Bembibre– fue superado en los instante finales por el equipo local (66-62) y 72 horas más tarde, tuvo la posesión para forzar la prórroga en la visita del Spar Gran Canaria a A Malata (64-66). La derrota en la segunda prórroga ante el Euskotren (86-89) el 20 de febrero fue otro duro golpe en lo anímico.