Las ventajas de compartir casa con un perro para un enfermo dependiente

Las ventajas de compartir casa con un perro para un enfermo dependiente
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Todos los perros son terapéuticos, señala el adiestrador Octavio Villazala, pero en el caso de los enfermos con adicciones, este animal puede ser el bastón para volver a ser persona. El experto, que participó ayer en el primer Encuentro Adicciones Coruña en el centro Ágora, recuerda que los canes son capaces de subir la autoestima de sus dueños hasta el punto de que lo quieren incondicionalmente y no lo juzgan. 

Para una persona en proceso de recuperación de una dependencia a una sustancia o una conducta, un perro le puede ayudar porque al seguir una serie de pautas, tiene que adaptarse a cumplir con unas rutinas y ese pensamiento le hace olvidarse de esa necesidad que le pide el cuerpo y que tanto daño le está haciendo: “Un perro pide autocontrol y no le podemos gritar”. Además, añade que ellos son un claro ejemplo de ser vivo “que no tiene que drogarse o beber para ser feliz. Vive sencillamente sin planear el futuro”. 

La ausencia de miedos es otro aspecto que sirve de ayuda al que le da de comer porque detrás de una adicción, “reside mucho miedo”. Su empuje y el amor que tienen por la vida no hace más que sumar enteros a una rehabilitación complicada, donde se ha demostrado que los peludos de cuatro patas pueden cooperar para llegar a la meta. 

En la jornada, los coruñeses se acercaron a nuevas dependencias como la de los videojuegos o el bingo on line. También descubrieron que cada vez son más los jóvenes enganchados al cannabis y que el alcohol sigue siendo el veneno que más engaña. Frente a todas estas tentaciones con las que tratan de paliar un problema o la ansiedad, están las técnicas terapéuticas. 

Aquí, estos animales de compañía cumplen con una función muy importante, sobre todo, si los pacientes no hablan con los especialistas. Ellos se convierten en el punto de conexión entre el terapeuta y el enfermo porque a través de ellos, el adicto se abre y habla aunque sea solo de su mascota. Las señales de calma que emite le ponen el freno, señala Octavio. Sus bostezos y mirada pausada le transmiten paz y le tranquilizan. Entre las razas que mejor se adaptan a los pacientes, el adiestrador recomienda por su carácter a los retriever, labradores y pastores alemanes. 

Con un ejemplar en el ruedo, el proceso empieza a coger forma. En él, Villazala indica que trabajan desde el terapeuta ocupacional al psiquiatra pasando por el educador canino: “Se hace un programa de trabajo, en el que se fija lo que se quiere conseguir”. Si, por ejemplo, se busca aumentar el nexo de unión de un grupo con un perro, “se hace que lo vayan tocando todos y que hablen de lo que sienten con él”. Después está el ejercicio físico que se compagina  a la terapia perruna. 

El “agility” es una forma de que los enfermos compitan a golpe de saltos. Cuenta Villazala que en la cárcel de Teixeiro o en Aclad (Asociación Ciudadana de Lucha Contra la Droga) han trabajado con perros con muy buenos resultados. Dependiendo de lo que a los enfermos les gusta de ellos, los profesionales llevan la terapia por un aspecto o por otro: “Si les tira lo de adiestrarlos, se trabaja con ellos la disciplina”. 

De esta forma, se consigue aumentar su autoestima y sociabilizar a la persona. Un perro obliga al afectado a bajar a la calle y a tener empatía con los que portan una correa en la mano. Desde su centro Montegatto, les enseñan a cuidarlos con paciencia y nobleza. Y poco a poco, los adictos se dan cuenta de que solo por ellos, merece la pena.

Las ventajas de compartir casa con un perro para un enfermo dependiente

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