Aspanaes As Pontes, el antes y el después de un sistema que fomenta la vida independiente

La residencia de la entidad vive una revolución después de que el método de trabajo tradicional se haya cambiado por otro cuyos beneficios son un realidad
Aspanaes As Pontes, el antes y el después de un sistema que fomenta la vida independiente
Unos de los usuarios del programa APA |Daniel Alexandre

Visitamos la residencia de Aspanaes en As Pontes o, lo que es lo mismo, el hogar de Pablo, Yago, Pedro, Suso, Pablo C., Gonzalo, Simón y Javi. Ellos son sólo los primeros usuarios del centro que disfrutan de un programa desarrollado en sus instalaciones que busca favorecer su autonomía y mejorar su calidad de vida. Un programa que ha obligado a cambiar las rutinas de todo el centro y de todos los trabajadores, pensando solo en los residentes y en mejorar su día a día. Un trabajo pionero y excepcional del que empiezan a hacerse eco a nivel nacional e internacional. De hecho, recientemente lo han podido presentar ante Autismo Europa en unas jornadas sobre vida independiente. 


Lo cierto es que recorrer sus instalaciones permite comprobar que algo allí es diferente a otras residencias: el centro es mucho más que eso, es un hogar con gente satisfecha y feliz y con trabajadores contentos.

 

 

La autonomía personal avanzada, paso previo

 

Antes de pasar al Programa de Vida Independiente se pasa por otro en el que se fomenta la autonomía personal avanzada el denominado programa  (APA). Otros ocho usuarios, entre ellos una chica invidente y un joven sordomudo, se han familiarizado ya con un programa que se ha colocado en varios teléfonos móviles y que les va diciendo lo que deben hacer a través de un sistema de alarmas, anunciándoles que es hora de levantarse, asearse, ir a hacer ejercicio... Los profesionales (uno cada cuatro usuarios) observan y colaboran, no dirigen sus pasos.

Al margen de estos 16 usuarios, el personal técnico del centro ya tiene claro quienes serán los ocho siguientes.

 

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Usuarios del programa APA (Autonomía Personal Avanzada)

 

 

 

 

1 Un programa para mejorar sus vidas

 

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Ava Velando y Fátima Díaz, coordinadora y psicóloga del centro, responsables de los programas de fomento de la autonomía


 

Ana Velando y Fátima Díaz son, respectivamente, la coordinadora y la psicóloga del centro y junto a una logopeda y una terapeuta ocupacional integran el grupo de técnicos que ha puesto en marcha el programa AVI (Aprendizaje de Vida Independiente) así como el programa previo de Autonomía Personal Avanzada (APA). “Nosotros teníamos claro que queríamos un cambio del sistema residencial imperante. Aquí teníamos a chicos muy jóvenes, con mucha vida por delante y mucho que ofrecer y en 2019 empezamos a trabajar su autonomía por parcelas, de modo que nuestros chicos se fueran haciendo cargo de su vida, siendo los protagonistas sin que otra persona pensara y actuara por ellos”, explica la coordinadora. Así, escogieron un grupo de ocho usuarios, “aquellos que a priori parecía que podían ser más receptivos”, aunque hoy han podido constatar que todos los son en mayor o menor medida. “A ellos les tocó un día llegar aquí, no pudieron elegir, pero nosotros sí podemos ayudar a que a partir de ahora ellos también elijan, lo que quieren hacer, su ocio, cómo se quieren vestir... En definitiva, que se sientan independientes”.  


Fue en 2019 cuando plantearon su revolución, esa que obligó a que todo el personal se implicara al 100%, ya que había que reestructurar turnos y métodos de trabajo, adaptar las instalaciones del centro, etc. Todo para poner en marcha el programa AVI (Ayuda Vida Independiente). “Se trataba de cambiar el sistema que se venía aplicando en el que los profesionales, acostumbrados a la asistencia, se convirtieron en meros facilitadores”, subraya la coordinadora. “Nuestra función es ofrecer ayuda cuando se necesite, en ningún caso vamos delante de los usuarios, siempre esperamos a ver cómo reaccionan y qué necesitan, los dejamos equivocarse y les explicamos en qué se han equivocado”, destaca. “Aquí, en lugar de que los chicos se adapten al centro, intentamos adaptarnos a ellos”, precisa la psicóloga.

 

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Pablo, uno de los residentes del programa AVI colocando el menú del día


Cuando el personal empezó a trabajar con los jóvenes atendiendo a estos preceptos “salieron a la luz las necesidades de los residentes, se logró sacar todo su potencial, haciéndolos felices, lo que ha redundado también en una plantilla más contenta, más motivada”, explica la coordinadora de estos programas.


La pandemia frenó en seco el desarrollo del nuevo método, especialmente las actividades en exterior, pero les sirvió para trabajar algo fundamental del mismo, la convivencia. “Es el paso esencial para poder compartir su vivienda como lo hacen hoy”, dice. Asimismo, en esos meses también se trabajó mucho con los profesionales para cambiar su forma de interactuar con los chicos a través reuniones frecuentes, como precisa la psicóloga.

 

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Momento para el ocio en la residencia del programa AVI


Otro hecho que ha cambiado la vida del centro es el poder disponer de espacios para ellos solos. “Los comunitarios no sirven cuando necesitan calmarse, buscar su sitio es fundamental y eso también ha sido un antes y un después. Ellos ya entienden que no pueden hacer ciertas cosas delante de todos, no pueden parar la vida del resto porque tengan la necesidad de regularse saltando, gritando... Esto también ha mejorado el clima general del centro. Los trabajadores vienen más tranquilos, los problemas de conducta se han reducido a niveles muy, muy bajos”, salienta la coordinadora.

 

 

2 Llegan aquí cuando no pueden vivir en sus casas 
 

“Las personas que llegan aquí es porque no pueden estar en sus casas, con sus familias, precisan una atención especializada las 24 horas”, expresa la psicóloga de la residencia, que destaca el trabajo de José Alén, el director del centro y el alma del mismo, indican sus propios trabajadores. “Él es el que ha permitido esta especie de revolución que tanto bien hace a nuestros chicos pero que ha implicado un cambio radical a nivel organizativo”, explica la coordinadora. En la residencia hay en la actualidad 34 usuarios, 26 hombres y 8 mujeres. Para ingresar en el centro es necesario formar parte de la lista PAR (Programa de Asignación de Recursos) en residencias para personas con autismo, que tiene ámbito provincial y gestiona la Xunta. Para entrar en la lista debe haber un diagnóstico previo de autismo con un grado II o III de dependencia, como explican desde la dirección. 


En el caso del centro pontés, la mayoría de usuarios tienen una discapacidad asociada. José Alén explica que al tratarse de usuarios jóvenes –media de 40 años– se fomenta el mantenimiento del vínculo con sus familias, con salidas de fin de semana quincenales. Asimismo, sus parientes pueden visitarlos en el centro cuando lo deseen, como bien explica el director. Cabe destacar que, del total de usuarios, la mitad está dentro de uno de estos programas de fomento de la autonomía, ya sea el denominado AVI (Aprendizaje de Vida Independiente) o APA (Autonomía Personal Avanzada).

 

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El teléfono móvil con las instrucciones que usan a diario los jóvenes del programa de Autonomía Personal Avanzada

 

 

3 ¡Bienvenidos a nuestro hogar!
 

Visitamos la casa en la que viven estos ocho jóvenes y somos muy bien recibidos. Les gustan las visitas y lo demuestran. Pablo ejerce de maestro de ceremonias y se anima a mostrarnos su día a día. “Hoy me ha tocado fregar la habitación”, cuenta orgulloso. Después nos muestra el menú que tomarán ese día, también la despensa, y nos indica los productos que hay que ir a comprar –todo a través de pictogramas con velcros– también nos enseña el reloj, el ordenador central de la vivienda. Allí, cuando el minutero llega a la zona roja y hay algún pictograma encima todos reaccionan enseguida y por ellos mismos, y, sin que nadie les diga nada, hacen aquello que indica: poner la mesa, tiempo de ocio, ir a la piscina... Y también nos muestran la agenda, la joya de la corona para algunos. “Aquí está todo lo que me gusta”, nos dice Pablo. En cada agenda con pictogramas tienen la equivalencia de diferentes monedas de  1, 2, 5 y 10 euros con una serie de productos que les gustan. Con esa libreta van cada semana al supermercado. “Cada vez que suben los precios nos avisan, para que los chicos no se lleven una sorpresa y no puedan comprar aquello que están esperando toda la semana”, explica la coordinadora del PAI Ana Velando.

 

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La agenda con la que hacen la compra y pueden adquirir uno de sus productos favoritos

 

 

4 “Queremos que la gente sepa lo que ha pasado aquí” 
 

Desde el centro quieren que este trabajo se conozca, que se  entienda que puede haber otra realidad asistencial, la que está ofreciendo una oportunidad para vivir de una forma lo más autónoma posible –teniendo en cuenta que están acompañados 24 horas los 365 días del año– a los usuarios de Aspanaes en As Pontes. “Queremos que se conozcan los resultados y también los errores, algo tan simple como que a estos chicos les resulta más cómodo afeitarse por sí mismos cuando se les ofrecen máquinas que no obligan a hacer movimientos circulares”. En definitiva, el cambio de estos muchachos ha sido “espectacular”, como constatan familias y centro. No hay que olvidar que uno de los jóvenes del PAI pasaba el día lanzando balones a una canasta, otro iba y venía por un pasillo todo el día, para lograr evadirse de los numerosos estímulos que le molestaban. Chicos con autismo y diferentes grados de discapacidad que hoy hacen las tareas del hogar, eligen cuándo se levantan, su ocio, conviven con otros residentes y escogen su ropa, aflorando su propio estilo, su propia naturaleza, su personalidad, esa que no podría verse en un entorno completamente dirigido. 

 

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En la foto, tres trabajadoras del centro junto a la coordinadora y psicóloga

La plantilla la integran una docena de profesionales. Del programa AVI se ocupan los trabajadores Araceli Paz, Antonio Oca, Iago Castro, Sergio Durán, Luis González y Jorge Hermida. Ocupándose del programa APA se turnan Miriam Barcia, Ana Aneiros, Esther Ramos, Rosario Naranjo, Cristina Rodríguez y Cristina Cebreiro. Todos cubren las 24 horas del día los 7 días de la semana haciendo turnos de día y noche y contribuyendo a que el centro marque la diferencia en el servicio y cuidado de los usuarios de la residencia de Aspanaes.

 

 

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