AL mismo tiempo que Pedro Sánchez prometía su cargo en Madrid, en Ferrol aterrizaba la artillería del BNG para abrir lo que se supone que será un gira de lustre y esplendor al acuerdo por el que la formación nacionalista sumó su voto a los otros 178 que prolongan la vida útil del presidente en La Moncloa. El acuerdo, así, sobre el papel, suena a gloria. Sin entrar en honduras, el mero hecho de rebajar los peajes o de plantear la posibilidad de un tren de cercanías de verdad —no el ‘chu-chu’ que padecemos en la actualidad— es el mismísimo maná. Ahora, atenta la compañía a la palabra dada. El que se quiera tirar a la piscina, adelante.