La fiebre por certificar que la producción en la cadena cárnica se hace bajo los más estrictos estándares de bienestar animal ha llevado a una proliferación de sellos en los lineales de los supermercados sin precedentes. No es de extrañar porque la sociedad europea ha dado un salto a la hora de querer saber si la carne que compra procede de animales bien tratados y de granjas e industrias sostenibles. En ese contexto, es habitual que la producción, la industria y la distribución estén inmersos en una carrera por aportar sellos acreditados. Sin echar la vista más allá de este año que acaba, se puede ver cómo cada mes alguna empresa ha hecho algún anuncio.