Los políticos, queremos decir. Todo el día discutiendo, llamándose de todo y sin llegar a ningún acuerdo… ¡en nada! Pero ¿de verdad son servidores públicos? ¿Y a qué público sirven, porque nosotros no nos sentimos aludidos? A lo único que sirven es a sus respectivos partidos y, cuanto más alto es el cargo, a sus respectivos egos. ¿Cómo van ellos a reconocer que se han equivocado y que no tienen razón? No, no, imposible. “Sostenella y no enmendalla”, ese es su lema. A no ser, claro, que saquen algo a cambio; de quien sea, tanto da. De verdad, hasta el gorro nos tienen ya unos y otros. Y sí, tienen que volver al cole, pero desde parvulitos. Que les enseñen a ser buenos y educados y que, cuando se peleen o les llamen cosas feas a sus compañeros, la seño les mande pedirse mutuo perdón y darse un besito para hacer las paces. Hartitos nos tienen, de verdad, hartitos.