Ay, el amor... ese sentimiento arrebatador que mueve el mundo y por el que se abandona la vida conocida hasta el momento, se llega a renegar de la familia y hasta se inician guerras. O se amaga con dejar la presidencia de un Gobierno. Lo que no se dice del amor es que, a veces, no es tan espontáneo como parece. Y que, a lo mejor, esa necesidad de defender al ser amado hasta el punto de dejar en el aire el futuro de un país no brota de pronto, sino que se cocina a fuego lento, al ritmo de la investigación judicial. La imputación de Begoña Gómez fue el timbre del horno que anunciaba que el suflé estaba listo. Cuatro horas después, Pedro Sánchez lanzaba su carta a la ciudadanía. Los tiempos del amor son curiosos.