AYER, 7 de marzo, la Iglesia católica festejaba los santos de Perpetua y Felicidad. La historia tiene tela: ambas nacieron en Cartago (África) en 203. Perpetua era una joven madre de 22 años perteneciente a una familia adinerada, mientras que Felicidad era su esclava. El emperador Severo ordenó el martirio de ambas. En estas historias siempre hay un Severo de turno dispuesto a aguar la fiesta. Pues bien: ayer el pleno extraordinario de Ferrol celebró la perpetua felicidad que supone para una ciudad comprobar que sus dos fuerzas mayoritarias se ponen de acuerdo. Por Ferrol.