Aunque por estos lares no sepamos qué es ir por la calle buscando la sombra, abanico en mano y gota de sudor por la espalda, hay lugares de la Península en los que un edificio fresco y un aire acondicionado son lo más parecido a un oasis. Y ahí entra la cultura. Los museos se ofrecen como alternativa al calor. No es el reclamo ideal, pero si resulta efectivo, bien vale.