Al humano medio no le gustan las ratas. Qué le vamos a hacer. Seguro que no son los animales más asquerosos que nos podemos encontrar, alguno habrá más viscoso y repugnante, pero son los que hacen que saltemos como resortes de la silla y huyamos despavoridos, así tengamos que dejar el refresco a medio tomar en la mesa de la terraza. Hasta el carro de la compra –lleno– seríamos capaces de sacrificar en medio de la acera si viésemos que nos restaba velocidad de escapada. La lista de motivos de rechazo la tenemos muy presente: transmisoras de enfermedades, siempre asociadas a la suciedad, muy capaces de darnos un mordisco si se les presenta la ocasión... Y sabemos que tienen sus cosas buenas, a las ratas de laboratorio les debemos parte de los avances científicos de la humanidad, pero es superior a nosotros. Si Disney no ha conseguido que les cojamos cariño, es que no hay nada que hacer.