Lo de los parques caninos y las playas reservadas al mejor amigo del hombre han sido un gran invento para conciliar la vida de los amantes de las mascotas con los indiferentes. Pero hay quien se queja de que algunos parques caninos están limpios de deposiciones, mientras que en sus alrededores hay un auténtico estercolero. Los concellos deberían avisar a los dueños de los cánidos de que la entrada es gratuita, al igual que el uso de los aparatos allí dispuestos. No falta quien esté con su animal más tiempo fuera del recinto que dentro. Una vez más falta algún control o algo de concienciación.