Con la AP-9 hay que ir paso a paso, como indicó ayer el presidente Rueda. De entrada, Galicia ha de tener transferidas la titularidad y las competencias de la autopista que vertebra la comunidad. Como bien dijo ayer Ana Pontón (actual máxima representante del partido que, cuando se construyó, consideraba la AP-9 “unha navallada da terra”), es una aberración que los gallegos no tengamos aún ese control. A petición de todos los grupos de la cámara autonómica, el asunto se debatirá el próximo 11 de junio en el Congreso.
Como apuntó el presidente gallego, le resultaría mucho más sencillo negociar la congelación o la supresión de los peajes cuando la competencia sea suya. Y esto, que no sea la más cara de España, sería el segundo paso, el más importante para los ciudadanos. Aún habría un tercero: el rescate de la concesión, que sería un paso de gigante, pero que es algo que Rueda no ha prometido.