a pocos preocupaba no hace tanto el problema del abastecimiento energético. Daban igual los avisos de dependencia, el consumo exponencial de carburantes finitos, el crecimiento insostenible o la presión ambiental: Abrías el surtidor y había gasoil, encendías el interruptor y había luz (y el contador era analógico, así que, qué era eso de la facturación por tramos). Ahora entran las prisas. Y la creatividad. Que si gasoducto, que si sí a las centrales nucleares, que si estas, en el fondo, son limpias. Hasta Bruselas piensa (ahora) en poner límites al precio de la energía. Qué cosas.