No vamos a descubrir a estas alturas el acuciante problema de los precios de la vivienda, sobre todo si enfocamos la mirada al mercado del alquiler. Pero lo que sigue llamando poderosamente la atención al ciudadano de a pie es levantar la mirada y ver la multitud de edificaciones que salpican las ciudades, que están sin habitar y que lo único que necesitan es una mano de chapa y pintura (algunas una mano más a fondo, todo hay que decirlo). Pero la mano de chapa y pintura no solo llevaba atada a sí misma un precio a asumir por el vecino, con ayudas o sin ellas, sino que también deben afrontar todo un 8.000. La montaña en cuestión no es ningún Everest, son los llamados trámites burocráticos que demoran por meses, o años, una posible rehabilitación. A Coruña afrontó recientemente una simplificación burocrática con la que facilitar el acceso a las rehabilitaciones. Betanzos lo hará próximamente, centrado en su casco histórico, para tratar de evitar que la población ‘emigre’ de un entorno histórico buscando opciones más plausibles donde vivir.