Cuenta la leyenda apócrifa que O Inferniño toma su nombre de las peripecias de un grupo de chavales que acostumbraban a jugar en los columpios los días de lluvia. No es verdad, pero podría. Lo que tiene “delito” es que la humanidad haya tenido que consumir 2023 años tras la venida de Cristo para descubrir la conveniencia de inventar un parque de juegos a resguardo de los chubascos. Por ahora es un proyecto y se calcula que costará medio millón de euros. No nos han informado si el precio incluye el “turnomátic” que habrá que instalar para atender la demanda.