Parecía que los coruñeses iban a poder salir en tromba a las calles para celebrar las fiestas de María Pita sin toparse con montañas de basura y olores nauseabundos a la vuelta de una esquina, pero no. La postal de la ciudad al inicio de este agosto sigue siendo la de los desperdicios ocupando las aceras. Para desagradable sorpresa de los turistas.