¡Estamos creando monstruos!

¡Estamos creando monstruos!

Tranquilos que no estamos hablando de esos pequeñuelos de hoy en día que nos machacan la cabeza con preguntas nivel “Einstein” o pidiéndonos a gritos que les compremos un helado o el simulador de vuelo de la NASA. No, no estamos hablando de niños malcriados, estamos hablando de robots cabreados. Me explico. Resulta que en Moscú organizaron un torneo de ajedrez en el que uno de los jugadores era un robot. Pusieron al artefacto a jugar con un tierno infante de siete años y, en un momento dado, no sabemos si porque se le cruzaron los circuitos o porque el niño le iba a dar jaque mate, el robotijo... ¡le partió un dedo! ¡¿Se lo pueden creer?! Pues como lo leen. Y se supone que este era un robot intelectual, bien educado y tal y cual. Imagínense que lo hubiesen hecho a imagen y semejanza de Putin. En vez de un dedo le asa el brazo con unos súper rayos UVA saliéndole por los ojos. ¡Qué agresividad de robots, pordió!

¡Estamos creando monstruos!

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