Parece mentira que a estas alturas todavía haya que andar explicando que marcar las casillas para fines sociales y la Iglesia en la Declaración de la Renta no tiene coste para el contribuyente, tanto si sale a pagar como si nos toca el “gordo” de la devolución. Es cuestión de voluntades. De creencias, incluso. El de creer en el ser humano, en la bondad del prójimo y en la labor que hacen las entidades -laicas o confesionales- por ayudar a quienes realmente lo necesitan. Sin entrar en si el Estado debería hacerlo por defecto, la foto de ayer de entidades ferrolanas pidiendo una equis da para pensar.