A algunos se nos ha hecho corto, la verdad. Las vacaciones del fútbol, queremos decir. Qué refrescante encender la tele y descubrir que hay todo un mundo deportivo más allá del balompié. Qué gusto que se hable de golpes de revés, ritmos de palada, récords de velocidad en pista cubierta, yurchenkos con doble mortal carpado, etapas llanas con llegada al sprint... Si es que la oferta era tan amplia que no teníamos horas en el día para atender a todas las competiciones. Que parecíamos la sala de control de tráfico, con tanta pantalla encendida a la vez. Pero qué alegría de variedad. Qué gusto. Y qué lástima que se termine tan pronto. Porque a partir de ahora, todo va a volver a ser fútbol, fútbol y fútbol. Entre las ligas nacionales, las competiciones europeas, con sus previas y las previas de sus previas, el mundial otoñal y algún amistoso que se cuele por el medio, no vamos a ver más que señores sobre el césped, señores analizando el partido de ayer y señores especulando sobre el partido de la siguiente jornada. Fue bonito mientras duró.