En el entretenido sainete de la votación de la reforma laboral lo importante es ser el primero en atacar y hacer mucho ruido. De ahí que el PP esté extendiendo la teoría de la prevaricación y reclamando justicia para el diputado cuyo derecho fundamental al voto se habría vulnerado. Lo que pasa es que según se va desliando la madeja empiezan a aparecer detallitos, como que el diputado en cuestión que jura y perjura que lo ocurrió fue un error informático ya se había equivocado otras dos veces en las votaciones durante el pleno. Y que los servicios técnicos del Congreso aseguran que no hubo tal error informático. Entre otras cosas porque el sistema cuenta con una doble confirmación de voto; es decir, que Alberto Casero tuvo que votar ‘sí’ dos veces. Esto no quita, por supuesto, para que el caso acabe en los tribunales y sea motivo de confrontación política durante meses. Es demasiado jugoso como para dejarlo pasar.