El Deportivo cayó en Irún. Vistos los comentarios cada uno tiene derecho a opinar lo que quiera, faltaría más. Solo hay una coincidencia, que el equipo jugó mal y que el rival fue mejor. Punto y pelota. Pero seguimos para bingo. La propiedad de la entidad blanquiazul hizo un reset en toda regla en el club cambiando consejeros, directivos y hasta empleados. Pero hay algo que sigue intacto en el club más laureado del fútbol gallego: la mentalidad. La entidad lleva los últimos años escarbando en sus archivos, buscando gestas pasadas y celebrándolas en Riazor. Que si Mauro Silva, que si Bebeto, que si Djalminha, que si Riazor cumple años, que los títulos... Que si... Y tirando de historia va enganchando a una afición que sueña con la gloria pasada, pero que vive cruelmente con el presente. El recién nombrado consejo de administración, entre el que se encuentra gente querida por los aficionados, como Ballesta o Bergantiños, va camino de nuevo al fracaso. El Depor de hoy nada tiene que ver con el del pasado. El de hoy debería ganarse ese respeto.