Entre todos los bienes patrimoniales que tiene la ciudad, el castillo de San Felipe es probablemente la joya de la corona. Aunque se ha tardado en presentarlo como un espacio muy aprovechable para el que debe ser su nuevo uso, una vez comprado al Ministerio de Defensa –hace más de dos décadas–, el futuro que se abre es esplendoroso. Ahí está el caso del festival Mar Aberto, que desembarcará en la fortaleza en agosto.