Partidos como el disputado ayer en A Lomba sirven, entre otras muchas cosas, para poner en valor al arosismo y ese fútbol tradicional que hace vibrar al aficionado con cada acción de un futbolista local. El resultado es lo de menos cuando de lo que se trata es de ensalzar la labor que se realiza desde el fútbol modesto, del trabajo de decenas de personas en la sombra en busca de jugadores para que crezcan en la cantera y puedan dar el salto al primer equipo y de ahí al fútbol profesional. Vilagarcía también gana con partidos como el de ayer, ya que se muestra como lo que es, una ciudad abierta, con capacidad organizativa, dinámica y con ganas de progresar. Todo ello se expresa a través de los éxitos del Arosa y por esta y otras razones hay que estar con el club cuando no vengan tan bien dadas. Que así sea.