Alberto Núñez Feijóo merecía una réplica del presidente del Gobierno, y no de un telonero. El candidato y líder del PP presentó una alternativa que hubiera debido suscitar mayores ilusiones, pero alternativa al fin a lo que tenemos y a muchos no les gusta por muy diversos motivos. Sánchez quiso escenificar su desprecio a lo que Feijóo ofrecía a la nación como recambio de lo que tiene y que no gusta a millones de españoles. ¿Para qué se reserva Sánchez, a qué quiere dedicar la media hora que el reglamento le concede? El debate lo perdió Sánchez por incomparecencia. Las anomalías políticas en España son no pocas: que no haya diálogo entre el presidente del Gobierno y el líder de la oposición, ni siquiera en un debate de investidura, parece ciertamente alejado de lo que deberían ser las costumbres democráticas. No tomaré partido sino por la elegancia democrática. Y Sánchez, este martes -supongo que corregirá este miércoles- no estuvo, por decirlo suavemente, elegante. Los españoles no merecemos esto en momentos de la gravedad política que vivimos.