Menos mal que hasta que enterremos la sardina tenemos una tregua. Pero las elecciones llegan a su fin. Eso quiere decir que verán las cantidades de barbaridades que se dicen hasta horas antes de ir a las urnas, la cantidad de falsedades y, sobre todo, la cantidad de cosas que quedarán impunes porque serán para denunciar. Pero como estamos en elecciones aquí vale todo, menos el respeto a las ideas de cada uno de los contendientes. Eso sí sería libertad. Lo demás, no.