Los WhatsApp de dirigentes políticos, periodistas, medios y opinadores afines a las siglas del PSOE no han dejado de funcionar desde el pasado sábado. En los mismos mensajes se dan consignas, recomendaciones y claves para poder contrarrestar los golpes que el sector conservador lanza contra la futura ley de amnistía. Pero hay uno demoledor, el que hace referencia a acusar de fascistas o de ultraderecha al rival cuando uno se vea desbordado por el argumento del rival. Así que Pedro Sánchez y los suyos han cocinado a fondo la ley que llevará el perdón a los condenados por dar un golpe de Estado, que ha provocado que algunos de ellos hayan pasado por la cárcel y otros se encuentren en busca y captura, como el caso de Carles Puigdemont que estos pasados días hemos visto como un dirigente del PSOE se postró ante él, bajo una gran fotografía de los incidentes que provocaron su condena. Ni que decir tiene que los negociadores buscan que la nueva norma haga referencias al Estado de derecho. En una palabra, un maquillaje en toda regla.