El 2 de junio de 1999 veía la luz Diario de Ferrol, y apenas seis meses después, el 12 de noviembre, informaba con un titular a cuatro columnas del visto bueno del Consello de la Xunta al convenio con los Ministerios de Fomento y Defensa que permitiría la rehabilitación del edificio que en el siglo XVIII fueron las Herrerías de la Armada. Este acuerdo a tres bandas haría realidad el Museo de la Construcción Naval, aunque tendrían que pasar todavía nueve años para una inauguración de la que, por supuesto, también se hizo eco Diario de Ferrol.
Fue un proceso largo, pero que sin duda ha merecido la pena. La impecable recuperación de las instalaciones, la magnífica oportunidad de alojar en ellas el pecio de la fragata Magdalena -que sigue siendo uno de sus principales atractivos- y la afortunada gestión del museo a lo largo de estos años -con la colaboración de administraciones y empresas- han conseguido que hoy podamos disfrutar de un importante activo cultural y turístico que juega un destacadísimo papel en la comarca.
Con la única excepción del lógico parón durante la pandemia, el Museo de la Construcción Naval no ha dejado de aumentar el número de visitantes. Es visita inexcusable para los turistas, un referente para la comunidad educativa y un lugar al que volver cada cierto tiempo para quienes ya lo conocen porque la exposición está en continuo crecimiento.
En sus dos plantas es posible conocer la historia y evolución de la construcción naval desde las más rudimentarias embarcaciones hasta los más modernos buques. Los astilleros de la ría son protagonistas principales, con salas que nos transportan al siglo XVIII, a los Reales Astilleros de Esteiro, y en las que podemos conocer el germen de lo que hoy es Navantia, con sus sucesivas etapas a uno y otro lado de la ría.
La Fundación Exponav desempeña además un importante papel en la actividad cultural, ya que su sala Carlos III acoge exposiciones propias y de entidades e instituciones con las que colabora. Conferencias, presentaciones de libros, visitas guiadas y talleres llenan de contenido al edificio de Herrerías, al margen de la indispensable visita al museo.
Y su archivo y biblioteca son un gran apoyo para estudiosos e investigadores de cualquier rincón del mundo. Fue este escenario el que albergó también el cóctel conmemorativo del 25º aniversario del Diario, estrechando así todavía más los lazos que se han forjado gracias al común interés por la ciudad.