Emotividad y nuevas fronteras para Las Meninas de Canido

Emotividad y nuevas fronteras para Las Meninas de Canido
Pregón de Paco Clavel / Jorge Meis

El barrio alto de Ferrol tiene tanta personalidad que sus límites son cada vez más difusos. Las Meninas de Canido, el festival de arte urbano que lo ha colocado en el mapa desde su inicio en 2008, devuelve este fin de semana a la zona a una gran cantidad de visitantes, sabedores de que cada septiembre hay cultura y fiesta en sus calles.


El certamen ejerce de imán para dinamizar su hostelería o confeccionar a su alrededor un amplio programa de actividades, desde conciertos hasta un mercado.


Las fachadas y espacios públicos que acogen los murales de grandes dimensiones son museos al aire libre los 365 días del año, pero la tarea de crearlos o renovarlos despierta la curiosidad de miles de personas durante los tres días que dura el festival.


Canido ya abraza áreas como Ferrol Vello o A Malata y en sus vías más apartadas o estrechas afloran rostros de mujeres con cabello y ropa de colores vivos.


El Velázquez que pintó la obra maestra que da nombre a este cónclave aprieta un bote de espray en un gran edificio. Está en la avenida do Rei, que une el casco histórico con Canido, en unas fronteras que se difuminan para dar la bienvenida al recién llegado, que intuye las letras de la barriada gracias al pulso de tan insigne grafitero.


Pocos pasos después, también entre barrios, las tapias del antiguo cuartel Sánchez Aguilera reviven con espontáneos pájaros que estimulan a las protagonistas de los lienzos, a veces ataviadas con grandes faldas para evocar a las verdaderas Meninas.


En días de efervescencia, hasta los pasos de peatones huelen a distancia, recién pintados.


Un artista, muy alejado del epicentro del evento, devuelve la luz a una casa que solo conserva su esqueleto en la carretera de O Raposeiro, ya en las afueras de la ciudad y a unos metros del estadio del Racing de Ferrol.


El corazón del festejo, la calle Poeta Pérez Parallé, se ha convertido en el centro de atracción con un mercado creativo que reúne a emprendedores y marcas locales.


Es una de las grandes arterias de Canido, en la que se asienta su centro cívico o nuevas promociones inmobiliarias en una urbe azotada por la crisis. Por allí se pasea Eduardo Hermida, el gran artífice de una idea que en origen buscaba revolucionar un entorno deprimido.


Objetivo conseguido: todos hablan de la barriada y todos quieren estar y que se les vea en sus días grandes.


Las Meninas de este año son muy emotivas porque se erigen en homenaje a Paula García, que con el organizador principal fue responsable del éxito de la iniciativa.


García falleció en agosto en un accidente de tráfico y su legado está presente en una de esas Meninas, esas reinterpretaciones libres del clásico.


Su cara sonriente impacta en uno de los costados del antiguo cuartel del Ejército de Tierra, en en el que los transeúntes se detienen mientras el fucsia inunda aquella parte de la pared, dedicada a la conocida como "Paula Montopalco".


El certamen se abrió oficialmente con el pregón de Paco Clavel, icono de la Movida más alternativa.


Alice Wonder o Mala Rodríguez son dos de las invitadas a la vertiente musical, el complemento a terrazas llenas cuando la pandemia parece querer dar al fin un respiro.


Y todo, con Banksy en un documental que recuerda la creencia de que en 2018 un mural aparecido en un callejón era de su autoría. Todo ello sin que Banksy sea necesario para seguir afianzando una fiesta que es un faro que guía a toda una ciudad.

Emotividad y nuevas fronteras para Las Meninas de Canido

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