El tute y el matute

Cuando el conachito Rey de Oros se lió con la puta Sota de Bastos ¿sabía donde se metía? ¡Vaya si lo sabía!; pero no que llegaría tan hasta el fondo. Eso fue tan arriesgado, como cruzar un coronavirus con una corinavirus, para cantar las cuarenta sin el caballo (árabe por cierto) y, ¡arrastro, arrastro, el culo por el camastro! Y eso fue lo que pasó. Pero arrastra el culo por el camastro tiene sus riesgos. Sobre todo si te caes de él, te ahostias, y te jodes un hueso. La Sota de Bastos cuidó al Rey de Oros, pero cuando éste se curó, la Sota de Bastos le dijo: “Olliño, neno: Amiguiños sí, pero a jaliña en sete reás”. Cosa que quiere decir: La pasta es para repartir; tú te quedas con lo tuyo y a mí me das lo mío, o canto como una “donna grassa”. Y el Rey de Oros le metió de matute siete mil quinientos bitcoin negros (65.000.000 de euros negros al cambio), en una cuenta pirata de una isla pirata. Pero todo se supo, y ahora quieren buscarle las cosquillas al Rey de Oros. Cosa que a él se la trae floja, porque es inviolable por la gracia de dios, y nadie le puede joder. A mi toda esta mierda no me causa extrañeza, pero tengo esta duda: ¿Quién heredará la pasta negra del Rey de Oros cuando casque? Algún día cascará, como su padrino Franco, que parecía eterno pero cascó. Entonces alguien se quedará con ella tan ricamente, cumpliendo una largamente extendida tradición familiar. No sé por qué, pero me viene a la cabeza lo de la Revoltosa, cuando la Mari Pepa decía aquello de: ¡Ay, Felipe de mi alma, si tan sólo en ti pensaba noche y día!

El tute y el matute

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