Enfrentamiento de polos opuestos

 Cultural Leonesa y Real Murcia son los rivales que el calendario ha deparado en suerte esta duodécima jornada para los representantes de Ferrolterra en la Segunda División B –el Racing recibe al primero y el Somozas visita al segundo–. Ambos son conjuntos bien conocidos en el panorama balompédico nacional, una fama en la que se mezcla sus logros deportivos con altibajos administrativo en forma, por ejemplo, de varios descensos “forzosos” de categoría –el de los murcianos es el más reciente, concretamente esta misma temporada–. Mucho “trabajo” de despachos, décadas de historia a sus espaldas, aficiones entregadas o fluctuantes... lo cierto es que ambos comparten la sensación de que la Segunda División B no es su hábitat natural y aspiran a reverdecer antiguos laureles –por ejemplo, el Murcia es, tras el Málaga, el que más ascensos a Primera ha protagonizado–. Enfrente, dos clubes a los que difícilmente se les puede poner la etiqueta de pretenciosos y cuyas aspiraciones han pasado siempre por la racionalidad presupuestaria. Pagos al día a sus futbolistas y técnicos, instalaciones modestas y aficiones “cortas” pero muy fieles, esté el equipo en la categoría que esté. Diferentes estilos de entidad, al igual que de juego y potencial, que también se enfrentan esta jornada.

CARA Y CRUZ DE DOS ESTILOS DE GESTIÓN

El Racing de Ferrol, con presupuestos anuales de no más de seis cifras y balances “clavados” cada ejercicio podría dar clases por la convulsa geografía futbolística española de cómo se mantiene un club fuera de problemas en los despachos. Su modelo se apoya en  patrocinios públicos y privados, una masa social pequeña pero fiel y una contención salarial que únicamente puede mantener por la seguridad que ofrece a la plantilla de que sí va a cobrar. Su rival de este fin de semana no está teniendo un gran recorrido últimamente en ese apartado. Los problemas económicos de la Cultural “tocaron fondo” en 2011, cuando estuvo cerca de la desaparición –militaba en la Segunda B–. La entrada de un nuevo propietario y una considerable expansión de capital –de casi dos millones de euros–, así como la condonación de deuda de muchos de sus acreedores –se convirtieron en accionistas– y varios acuerdos con otros no evitó el descenso “forzoso” a la Tercera División a raíz de las deudas acumuladas con sus jugadores por valor de casi 500.000 euros.
Con el único objetivo de sanear la entidad, la nueva gestora comienza a moderar la política de fichajes y salarios, busca nuevos patrocinadores y apela a la afición, que en aquel entonces, aun con el equipo en Tercera, rondaba la cifra de los 3.000 socios. Dos años después, su regreso a Segunda B casi se vio frustrado por su trayectoria económica –la RFEF no admitió el aval presentado por el club–, pero la “pifia” del Salamanca les abrió de nuevo las puertas de la categoría. Buscando la forma de equilibrar sus cuentas, la Cultural usa el micropatrocinio en su equipación e incluso ha lanzado una campaña para captar socios protectores entre los leoneses que residen en Madrid. 

CÓMO IR DE ARRIBA ABAJO Y VICEVERSA

As Somozas es el municipio español más pequeño que cuenta con un equipo en la Segunda División B. Su población supone, aproximadamente, una trigésima parte del total de espectadores que puede acoger el estadio de su próximo rival, la Nueva Condomina, y ha llegado a esta categoría escalando, prácticamente año a año, desde una Segunda Autonómica en la que, curiosamente, rechazó el ascenso en varias ocasiones a pesar de ser campeón. Vinculado directamente al Concello –su anterior presidente y el actual son los alcaldes–, el Somozas supone la definición de equipo modesto que afronta esta temporada en la categoría de bronce como una oportunidad histórica.
Su rival de este fin de semana, sin embargo, está viviendo esta campaña, literalmente, como un castigo. Sus deudas con las arcas públicas –Hacienda y Seguridad Social–, entre otras, hicieron que protagonizara el culebrón del verano y terminó dando “in extremis” con su infraestructura en el grupo primero de la Segunda B a pesar de intentar múltiples recursos.
Ex de Primera División –donde militó dieciocho años de forma intermitente–, el conjunto levantino brillaba en Segunda, pero una mala gestión económica llevó a la escuadra pimentonera primero a Segunda B –a través de un descenso administrativo– y posteriormente a Tercera –deportivo– a finales de los años 90. Sus nuevos gestores optaron por no cambiar el estilo de manejo del club y a pesar de que el equipo regresaba a Primera, a principios de la pasada década, se hablaba ya de que mantenía deudas que rondaban los 50 millones de euros –de hecho presentó concurso de acreedores–.

Enfrentamiento de polos opuestos

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