Tiranía y chantaje

Pocas veces, por no decir ninguna, un dirigente cualificado del PP ha hecho una crítica tan contundente como la que en el reciente debate sobre el estado de la autonomía formuló Núñez Feijoo contra las minorías que más allá de lo razonable condicionan Gobiernos y ponen diques al avance colectivo.
De tiranía y chantaje habló el presidente de la Xunta. Fueron palabras textuales. Un debate, por cierto, bronco de más y catastrofista tanto por parte del BNG, con una Ana Pontón desbocada, como de la Marea de un Luis Villares que cada vez en mayor medida se va autocerrando la eventual vuelta a la judicatura.
Feijoo se pronunció desde la legitimidad que le da ser en España el único presidente autonómico apoyado por un partido con mayoría absoluta. Es decir, desde su condición de titular de un Ejecutivo al margen del problema y de una comunidad que hoy por hoy tiene asegurada la gobernabilidad.
No tuvo que remontarse muy atrás para recordar que muchos de los problemas de desgobierno que están sucediendo se explican precisamente por el “abuso” que ejercen algunas fuerzas políticas que no son capaces de ganar en las urnas. Entre otros, se refirió como ejemplos recurrentes a las negociaciones de los presupuestos en pueblos, ciudades y hasta en el propio Gobierno central y –cómo no– al Gobierno de Cataluña, convertido –dijo– en marioneta en manos de partidos abiertamente radicales y antisistema.
Para evitar lo que llamó “efectos perversos” de tales anomalías, el presidente propuso una reforma electoral que blinde a las Administraciones del chantaje en cuestión. En consecuencia, el grupo parlamentario del Partido Popular en el Pazo do Hórreo elevó al Pleno una resolución según la cual el Parlamento “insta a la Xunta a que se dirija el Gobierno central para que promueva una reforma de la Ley orgánica del Régimen electoral general (LOREG) encaminada a favorecer el gobierno de la lista más vitada en cada municipio para así asegurar que la conformación de los Ejecutivos locales responde fielmente a la voluntad de los ciudadanos”. Aunque no novedosa, era la primera vez que la propuesta tomaba cuerpo en una sesión de la relevancia del estado de la autonomía.
Habiendo sido los pactos poselectorales de los perdedores el gran portón trasero por donde dichas minorías han accedido al poder, sobra aclarar que el PP se quedó sólo en el apoyo de la propuesta: 41 votos a favor y 34 en contra. Aprobada al fin y al cabo, la recomendación, sin embargo, tendrá más recorrido testimonial como denuncia que práctico.
Si cuando lo pudo hacer no lo hizo, habida cuenta de la condición de minoría del Gobierno Rajoy en el Congreso no cabe esperar nada nuevo. No queda, pues, más remedio que reiterar ante el electorado afín que no basta con ganar unas elecciones, sino que el PP ha de hacerlo con mayorías absolutas.

Tiranía y chantaje

Te puede interesar