Recuperar el monte

 

No sé cómo se las arregla el PSOE. Pero habiendo sido el partido que durante más tiempo ha gobernado en este país, nunca tiene responsabilidad total o parcial de nada. Parece un recién llegado. Está sucediendo con el conflicto de Cataluña y ocurrió con la desgracia de los incendios forestales que han asolado parte importante de nuestra tierra: al menos 35.000 hectáreas.

Se lo hacía ver la ministra de Agricultura, Isabel García Tejerina, a la diputada socialista Pilar Cancela en la sesión del miércoles, en el Congreso: “Ustedes siempre piden lo que ya está hecho y aquello que además no hicieron cuando tuvieron la ocasión de hacer”. Como, por ejemplo, aquí, con el bipartito de 2005-2009. Cuatro muertos –es de recordar– en el terrible agosto de 2006 y entre 80.000 y 100.00 hectáreas quemadas.  

“En Galicia no estamos luchando contra el fuego. Estamos luchando contra una banda de desalmados”, dijo en aquella también crítica situación el entonces ministro del Interior, Pérez Rubalcaba. “No es un problema de medios; es un problema de criminalidad”, ha replicado la ministra Tejerina a quienes han pretendido sacar ahora provecho político. “Terrorismo incendiario”,  ha concluido el presidente Feijóo.

Quizás sea excesivo afirmar que todos los fuegos del domingo 15 fueron provocados. Es cierto que se han visto demasiadas situaciones que no se explican sin intencionalidad. ¿Pero tan así como para circunscribir lo sucedido a un problema de orden público, como ha asegurado el titular de la Xunta?

Lo que parece evidente es que a la actuación de los pirómanos –tal vez no tan generalizada como se pretende–, habrá que sumar la concurrencia de una serie de factores extremos que no se dan fácilmente, pero que en esta ocasión sí se produjeron al tiempo: fuertes rachas de viento, sequedad de suelos, hojarasca y árboles, rápida dispersión de cenizas ardiendo. Imposible parar aquello. No son de extrañar, en efecto, las doce horas en que Galicia estuvo a merced del fuego.

Y mucho abandono del monte, habría que añadir. Por no ser rentable, por el despoblamiento  del medio rural y por el envejecimiento de las gentes que en las aldeas quedan. No es que el monte esté dejado de la mano de Dios, como ha dicho algún afectado. Pero casi. En este sentido,  me llamó la atención el atinado testimonio de una señora de 85 años, del municipio de Carballeda de Avia. La prevención –señalaba– pasa por conseguir que los jóvenes que aman el campo no se vayan porque no puedan vivir de él.

No sé si al final será efectiva la política de reducciones fiscales e impuestos cero en el rural que de un par de años a esta parte viene promoviendo la Xunta y a la que Feijóo se refirió en el reciente debate sobre el estado de la comunidad. Objetivo: fijar población, mano de obra, riqueza y desarrollo. En principio parece una iniciativa interesante.

 

Recuperar el monte

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