Pedro Sánchez, a los mandos

Después de años y años inoculando a la militancia el odio o la incompatibilidad radical con la derecha no debería extrañar mayormente el rotundo triunfo de Pedro Sánchez en las primarias socialistas. Ganó quien antes y durante las mismas supo trasmitir mejor tal mensaje; quien lo condensó más inequívocamente en su rotundo “no es no”; quien se mostró más coherente con posiciones anteriores.
Del virtual nuevo secretario general del partido se ha dicho que era un mal candidato con un lema fabuloso. No supo, en efecto, organizar ni liderar el partido cuando ello estuvo en sus manos y se ha venido mostrando como un aspirante con escasísima pegada electoral. Ese será su gran nudo gordiano a resolver porque con militancia no basta para  ganar unas elecciones.
Más grave aún ha sido lo de Susana Díaz, vapuleada sin paliativos a pesar del oficialismo que la apoyó. Quería ganar. Lo dijo mil y una veces. Pero montó un ejército con más generales –Felipe González, Rubalcaba, ZP y nuestro sobrado Abel Caballero- que soldados y  ha vuelto a demostrar que no tiene discurso alguno, ni rico ni pobre. A base de grititos mitineros no se va a ningún sitio. No sé si la derrota de ahora no habrá comprometido definitivamente su carrera política futura.
La jornada de las primarias resolvió la incógnita del liderazgo del partido. Pero no solventó por completo los equilibrios de poder en los órganos de decisión ni el futuro de algunos líderes territoriales. En este sentido queda bastante tela que cortar. Tiempo al tiempo.
La negociación de listas unitarias de delegados para el congreso supone una adulteración de la invocada democracia del proceso.  A pesar de todo, cabe preguntarse si no habrá maniobras por parte del sector oficialista para reconducir en lo que se pueda la situación. No es descartable. Al igual que la purga de barones. Por otra parte, habrá que tener en cuenta que el grupo parlamentario en el Congreso registra una mayoría abrumadora de partidarios de Díaz. Quienes han apoyado a Sánchez, además de los diputados del PSC, no pasan de una decena.
Sea como fuere, al Gobierno le preocupa la situación. Teme que la comunicación, muy fluida, que tenía con la Gestora, se vaya a ver interrumpida, habida cuenta de que el “no es no” ha vuelto y más fuerte si cabe. Y teme sobre todo que el principal y más inmediato problema que debe afrontar, cual el el proceso independentista de Cataluña, pueda hacérsele más cuesta arriba. 
Con Susana Díaz a los mandos del partido hubiera estado garantizado al menos el acuerdo en cuestiones de Estado. Pero con Sánchez las cosas serán muy distintas. No habrá que olvidar que los socialistas catalanes le han apoyado con el porcentaje más alto registrado, rozando el 82 por ciento.

Pedro Sánchez, a los mandos

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