Excesivo Feijóo

Severo en exceso se viene mostrando Feijóo con los resultados del Partido Popular en las elecciones catalanas de finales de año. No sólo se ha comportado así en alguna declaración puntual, sino casi siempre que ha tenido ocasión. No sé si será por aquello de dar imagen de autocrítica y por la buena acogida que ello tiene en el mundillo mediático. No obstante, lo que no entiendo es qué adelanta con lanzar tales y tan reiteradas piedras contra, en el fondo, su propio tejado.
Que los resultados fueron malos resulta evidente. E incluso “muy malos”, si se quiere, como el presidente repite. Pero de ahí a calificarlos de “humillantes”, tal cual ha hecho en una reciente entrevista en La Vanguardia, media una notable distancia. Y si además, como en algunas otras comparecencias públicas, uno se deshace en elogios a Ciudadanos y a Inés Arrimadas, la crítica resulta más hiriente todavía.
Dice bien Feijoo que en comunidades como País Vasco y Cataluña donde ha gobernado durante mucho tiempo el centro derecha, un partido de este espectro no nacionalista como el PP, tiene un problema de solapamiento. O lo que es lo mismo, de encontrar su espacio. En realidad, incluso en los mejores momentos, el PP ha sido en aquellas comunidades un partido si no marginal, sí manifiestamente minoritario.
Así las cosas, en la Cataluña electoral de fin de año la situación de partida era todavía más complicada. Por una parte, el PP había sido el principal promotor del inevitable recurso ante el Constitucional cuya sentencia arrumbó las paredes maestras del Estatuto 2006/2010. Por otra, más de fondo y sistémica, el PP representa allí desde tiempo atrás la España que “castiga y humilla a Cataluña”, por emplear la expresión del presidente de la Mesa de edad, Ernest Maragall, en la sesión constitutiva del nuevo Parlamento autonómico; la España que “nos roba y apalea”, en palabras del rufianesco Rufián. Y de tantos otros.
Por si todo ello fuera poco, el Gobierno del PP acababa de impedir a golpe de fuerza pública un referéndum ilegal de independencia y de intervenir las instituciones autonómicas en aplicación del artículo 155 de la Constitución. Hubo que hacerlo y firmarlo en el BOE y no sólo predicarlo de boquilla. Y eso para el catalanismo de derechas, de izquierdas y de medio centro era inasumible y tenía que ser necesariamente castigado en las urnas, como así fue y con la intensidad con que fue. Tardarán mucho en perdonárselo si es que alguna vez lo hacen.
Que los populares no sólo no iban a tener facilidades para obtener réditos del conflicto catalán, sino todo lo contrario, era algo que se veía venir. Los resultados del 21-D no fueron buenos o, si se quiere, muy malos, por volver a la referencia de Feijoo. Pero es que no podían haber sido de otra forma.

Excesivo Feijóo

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