El seny catalán

Las sociedades valoran la respuesta meditada y proporcionada a situaciones complejas. Por eso, todas tienen una palabra para definirla, sea el sentido común castellano, la flema inglesa,  nuestro sentidiño gallego o el seny catalán con el que deseamos uncir a la clase política para reconducir la compleja situación actual en Cataluña.
No es hora de mirar atrás para buscar culpables, que los hay. Ya llegará la hora de hacerlo, no para ahondar en los enfrentamientos, sino para evitar cometer iguales errores. Ahora, toca remediar la división de la sociedad catalana, respetando las legítimas opiniones de los que defienden la independencia como las de los que gustan de la integridad de Cataluña en España, pero todos acatando que vivimos en un Estado social y democrático de derecho que nos dimos los españoles, catalanes también, refrendando La Constitución como norma suprema de nuestro ordenamiento jurídico, con una organización territorial en comunidades autónomas, sus parlamentos, sus gobiernos y competencias propias.
Con esta premisa, es bueno reflexionar cómo se aprobaron las inaplicables leyes de referéndum y transitoriedad en las bochornosas sesiones del parlamento catalán, a las que pudimos asistir en directo. Cómo se inculcaron derechos parlamentarios, cómo se transgredió el normal funcionamiento de aprobación de normas jurídicas, la parcialidad de la Presidenta del Parlament y un sinfín de irregularidades por parte de la mayoría secesionista para imponer su criterio de toma del poder tratando de erigirse en una Asamblea Constituyente. Así, no. Y le corresponde al Gobierno de España, con el apoyo del Parlamento, poner fin a esta situación para evitar que se consume la violación del sistema democrático el uno de octubre.
Pero el dos de octubre todos deben esforzarse en favor de la convivencia. Unos afanándose en no confundir con conceptos poco reflexionados, incluso, internamente en su organización; otros, sacrificándose en aceptar la realidad plural de España; y los nacionalistas participando activamente. 
Ya no hay excusa para evitar debatir en Las Cortes la reforma constitucional que ponga al día la organización territorial del Estado, reordenando competencias y  transformando el Senado en verdadera Cámara de representación territorial, además de aprobar un nuevo sistema de financiación autonómica.  Una vez cerrado el debate en sede parlamentaria, probablemente tocará votar, pero a todos los españoles.  Es posible y necesario. Solo es cuestión de seny.  
ramonveloso@ramonveloso.com
 

El seny catalán

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