El empleo que se crea

Pasado junio, se roza la cifra de 18,5 millones de afiliados a la Seguridad Social y baja el desempleo a los 3,3 millones. Estás serán las estadísticas que veremos a final de año, salvo que se produzca un cambio radical en las condiciones económicas. Por desgracia, la previsión que tampoco fallará es la reducción de la cobertura de desempleo. Ya está por debajo del 54%, es decir, alcanza a poco más de la mitad de los parados, a la vez que sube el número de hogares en los cuales todos sus miembros están en paro, hasta 1,4 millones. 
A la vista de estos datos y el crecimiento del PIB, es oportuno preguntarse qué empleo se crea, a quién beneficia el aumento de la actividad económica y qué consecuencias se desencadenarán.
Dejando a un lado la actividad en agricultura, ganadería y pesca que prácticamente mantiene invariable la afiliación en poco más de un millón, constatamos que esta crece en el sector servicios. Tomando como referencia los datos de junio de 2008, nueve años después tenemos 800.000 cotizantes más. Sin embargo, la construcción todavía tiene un millón menos y con difíciles perspectivas de su recuperación al ser una actividad sobredimensionada en su momento que coadyuvó a desencadenar la crisis financiera, aún sin cerrar. Por último, a pesar del aumento del 3% en la actividad productiva del conjunto de las ramas industriales quedan por recuperar 400.000 de los 600.000 perdidos, más de la mitad.
Entonces, el empleo creado se centra en los servicios, que unido a su precariedad y temporalidad, soporta bajos salarios. Además, es muy factible la imposibilidad de recuperar el empleo en la construcción. En la industria, hay dos factores que incidirán en su evolución: la reducción de capacidad en la dedicada a bienes de construcción y la evolución de la industria 4.0 que la hará menos intensiva en mano de obra.
Esta coyuntura se reflejada en la distribución primaria de las rentas, con crecimientos de la remuneración de los asalariados del 3,1% y el excedente de explotación bruto/renta mixta del 5,3%. Este último no son sólo beneficios empresariales, pero expone una realidad de quién sale ganando.
No pretendo ser ningún agorero, pero las secuelas de esta situación cada día están más patentes: la creciente desigualdad que se produce en la sociedad, plasmadas en el aumento del riesgo de pobreza, la falta de perspectiva para los jóvenes, la dificultad de acceso a los servicios públicos o la pérdida de poder adquisitivo de las pensiones. Creo no exagerar. Eche un vistazo a su alrededor y ya me dirá. ¿Le pondremos remedio?
 

El empleo que se crea

Te puede interesar