Independencia y golpe de Estado

Todos los golpes de Estado tienen, cómo no, sus partidarios, y el que se pretende dar en Cataluña cuenta con la adhesión de tres formaciones políticas que reúnen, según los últimos resultados electorales, en torno al 47% de los votos. La circunstancia, decisiva sólo a efectos aritméticos, de que ese porcentaje se traduzca en una mayoría absoluta en el Parlament, diríase que faculta a dichos partidos para revestir el golpe con toda suerte de galas democráticas, pues, además de partidarios, los golpistas se las arreglan siempre para hacerse con una legitimidad de fortuna, para la ocasión, normalmente fundada en la supuesta necesidad de salvar a la patria, o, como en el caso que nos ocupa, de salvarla incluso nonata.
Simplificando mucho, pues el espacio de una columna apenas alcanza en asuntos de éste calado para una somera exposición, cabría establecer que un golpe de Estado es aquella acción política o militar que, conculcando las leyes vigentes y los procedimientos democráticos, busca la apropiación del poder por las bravas. En España sabemos algo de eso, mucho de eso, al punto que produce escalofríos saber tanto por haberlo sufrido tan inmensamente. Franco, bueno, Mola, Sanjurjo y luego Franco quitándose de encima a los anteriores, tenía, desde luego, sus partidarios, y no digamos su legitimidad inventada para salvar a la patria, bien que en la modalidad de anegarla en sangre, miseria y oprobio.
No se trata, ciertamente, de establecer la menor analogía entre el golpe que rumian los secesionistas catalanes y el de Franco, que por su fracaso inicial en las grandes ciudades devino en una guerra monstruosa de la que no nos hemos recuperado completamente todavía. Pero sí de establecer que el asalto unilateral y sectario a un territorio y a sus instituciones (incluida la Generalitat) es siempre, se mire como se mire, guste o no guste, un golpe de Estado, bien que en éste caso asestado a una parte de él y en una parte constitutiva de él. Por eso, porque la conspiración secesionista de los tres partidos actores es un golpe de Estado, Anna Gabriel, la portavoz de uno de ellos, se ha apresurado a decir que no, que no lo es. Así las cosas, tan cierto es que unos partidos pretenden la independencia de Cataluña mediante un golpe de Estado, como que éste, su Gobierno, está obligado a evitarlo mediante la búsqueda de una fórmula política de consenso. Las patrias no están para que las salve nadie, sino para dejarlas en paz. A ellas y a sus hijos.  

 

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