El Fuenteovejuna de los niños secuestrados

Las leyes para la protección de los menores se han dictado para impedir, por ejemplo, que sus progenitores, cualquiera de ellos, les secuestren. Y los jueces están para discernir, cuando el caso lo requiere por los motivos que sean, sobre si la responsabilidad de la custodia o de la patria potestad de los niños ha de recaer sobre el padre, sobre la madre, sobre ambos o sobre ninguno de los dos. Sin embargo, en el caso de Juana Rivas, ni las leyes, ni los tribunales, ni el padre, ni ella, han sabido respetar ni garantizar los derechos más elementales de esas criaturas que se hallan en paradero desconocido, secuestrados por su madre precisamente.
La exclusiva toma en consideración de la circunstancia de que hace 8 años el padre italiano de esos niños fue condenado a tres meses de prisión por maltrato, desestimando cualquier otra consideración sobre el sinfín de circunstancias que rodean el caso, y desde luego cualquier clase de reflexión y de razonamiento ponderado en base al interés superior de los niños, ha generado una especie de Fuenteovejuna que defiende el rapto de esos menores por su madre, que no quiso devolverlos al padre, su ex-marido, pese a los requerimientos judiciales para que lo hiciera.
La leyes, y no sólo en el contencioso con Cataluña, están para cumplirlas, y los ciudadanos, sus usuarios, obligados a recurrir a ellas en caso de conflicto, olvidándose de actuar por las bravas, y mucho menos habiendo niños por medio. El exmarido de Juana Rivas, el padre de los menores sacados ilegalmente de su país de residencia por la madre, no ha sido despojado del derecho y el deber de custodia y de tutela de sus hijos, no habiendo iniciado la madre procedimiento legal alguno reclamando ese derecho y ese deber para sí sola. No hace falta señalar, pues, que si hay algún motivo para retirar al padre la custodia de sus hijos, ha de ser la Justicia la que lo establezca, así como los términos de su cumplimiento.
En el caos generado entre unos y otros, entre los juzgados italianos y españoles de una parte, y de unos padres desatentados de otra, parece que va a poner un poco de cordura el juzgado de Granada que ha citado a ambos a declarar la semana que viene. Solo ese careo, prescindiendo de autos incumplidos, Fuenteovejunas y ruido, puede promover el principio del fin del calvario de esos menores. Flaco favor le hace a la lucha contra el feminicidio, esa pavorosa lacra machista que en España se cobra la vida de tantas mujeres, el Fuenteovejuna montado en torno a un caso en el que, por lo ininteligible sin la información y la reflexión necesarias, solo pueden entender los tribunales de Justicia.

El Fuenteovejuna de los niños secuestrados

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