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oncededme, estimados lectores, la licencia de comenzar esta mi primera columna en “Diario de Ferrol”, utilizando el evocador título del viejo tango de Gardel, para relataros los motivos de mi retorno a la ciudad que me vio nacer  e iniciarme en las dos profesiones que elegí para ejercerlas durante mis largos años de actividad, que se acercan a la cincuentena.
Fueron estos dos oficios maravillosos: el Periodismo y la Milicia; y digo bien, pues, quiérase o no, se trata de dos oficios ilustres que, a lo largo de la Historia, ejercieron multitud de hombres honrados. Muchos se preguntarán si son compatibles ambas profesiones, pues algunas veces parecen ser antagónicas e, incluso, “enemigas”. Algunos años más tarde, las Fuerzas Armadas crearon la Especialidad de Comunicación Social, y quien esto escribe pudo formar parte de la 1ª Promoción, integrada por los treinta primeros jefes y oficiales, formados en la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid. Fuimos quienes nos encuadramos en las primeras Oficinas de Comunicación y Relaciones Publicas militares.
Pero volviendo a mis comienzos, como joven reportero, en mi ciudad natal, debo señalar que entonces, los dos años finales de la década de los “sesenta”, solamente había en Ferrol delegaciones de tres periódicos editados en A Coruña o Santiago de Compostela, así como dos emisoras de radio. Eran dichos medios de comunicación “La Voz de Galicia”, “El Ideal Gallego” y “El Correo Gallego”, así como REM 15 “Radio Ferrol” y Radio Popular de Ferrol.
Comencé mi andadura periodística en las páginas de “La Voz de Galicia”, bajo la batuta del gran don Paco Valle Romero, y de la mano de dos compañeros entrañables, como Pepe Torregrosa y Juan Ignacio Vivanco. Tras un breve paso por “El Ideal Gallego”, con el indescriptible Eduardo Gómez Bellón (“Baltar”), tuve el honor de ser casi fundador del recién nacido periódico netamente ferrolano como fue “Ferrol Diario”. Curiosamente la casualidad o  el destino quiso que el periódico y yo naciésemos el mismo día, un 12 de julio, y que, con posterioridad, la casa donde nací, sita en el número 31 de la calle Galiano, albergue desde su fundación a la redacción del actual “Diario de Ferrol”, con el que espero colaborar estrechamente. 
En “Ferrol Diario” creo que vi colmada plenamente mi formación periodística, con maestros tales como Eugenio Pontón, Arturo Lezcano, Mario Couceiro, Andrés Paris o Vicente Alfonso (“Vicenton”), y al lado de compañeros tales como José Varela Losada (“Jovalo”), Germán Castro Tomé (“Man”) y muchos otros, que no cito por falta de espacio. Regreso, pues, a vivir en mi ciudad natal y he conseguido establecerme, de nuevo, en mi viejo Barrio de la Magdalena, con el ánimo de, tras mi jubilación como militar, seguir con mis inquietudes como escritor, investigador y periodista y colaborar, en la medida de lo posible, con la actividad cultural de nuestro Ferrol, al que amo profundamente, con sus virtudes y sus defectos. Emulando a Torrente Ballester debo decir: “Ferrol me fecit” y, de ello, me siento orgulloso.
 

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