La ciudadanía dijo no al terrorismo

n mi última columna recomendaba a políticos y ciudadanos tener sensatez ante los criminales atentados yihadistas. Durante la última semana hemos visto innumerables muestras de insensatez por parte de políticos, instituciones o personas individuales de relevancia. 
En este país parece que no aprendemos de nuestros errores y estamos condenados a repetirlos. Nos referimos a la ya por sabida, no menos grave, rivalidad y falta de coordinación existente entre las diferentes Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Hemos contemplado, con estupor, como los Sindicatos de Policía Nacional y Guardia Civil acusaban a los políticos de intencionalidad a la hora de hurtar dicha coordinación y colaboración, por intereses espurios, y como los Mossos de Escuadra denunciaban su ausencia en la Europol, a causa del veto impuesto por el gobierno central, lo que fue posteriormente desmentido. Se llegó a decir que se ponía en peligro la seguridad de todos los españoles y cuando esto figura una nota oficial de las fuerzas de orden, genera inquietud. Se encuadra en la irresponsabilidad.
Desde la Generalitat se hacía distinción entre víctimas catalanas y españolas, generando más crispación, y el propio President Puigdemont echó más leña al fuego de la insensatez, con unas inoportunas declaraciones a la prensa foránea, que sentaron muy mal en Moncloa.
En cuanto a personas individuales, pero de trascendencia mediática, escuchamos a un sacerdote, famoso por sus apariciones en TV, que, como si fuese un “imán” fanatizado, sembró el odio y señaló, con su verbo acusador, a varios políticos de izquierdas, haciéndoles responsables de los atentados. O a un general del Ejército, muy conocido por tener un blog con su nombre, de raigambre catalana, afirmar sin empacho que si la Guardia Civil estuviese presente en Cataluña, no se hubiesen producido los ataques terroristas. Esto roza la irresponsabilidad y es el colmo de la insensatez, ya que es sabido que la seguridad absoluta no existe. Olvidó decir el general que, por ley, la competencia correspondía a los Mossos, y la ley debe ser respetada por todos los ciudadanos.
Y hablando de ciudadanos, normales y corrientes, vimos como en la manifestación de Barcelona, celebrada el sábado, con presencia del Jefe del Estado, del Gobierno y de representantes de todas las fuerzas políticas y sociales, fueron las gentes de a pie, salvo las contadas excepciones de intransigentes, pescadores en río revuelto y portadores de banderas partidistas, dar ejemplo de rechazo al terrorismo, proclamando a voz en grito el “Non tinc por” (No tenemos miedo) y, con serenidad y sin algaradas, denunciar la venta de armas a países que financian el terror, o rechazar el odio y la xenofobia ante los musulmanes que, por cierto, estuvieron presentes y testimoniaron su oposición a la muerte de inocentes en nombre del Islam. Incluso participaron familiares de los asesinos.
En realidad, la manifestación de medio millón de personas sensatas, vino a ser un sentido homenaje a los Mossos, a la Guardia Urbana, a los Servicios Sanitarios y a los profesionales y ciudadanos que colaboraron espontáneamente a socorrer a los heridos. Ellos sí que fueron sensatos. Todo un ejemplo.
 

La ciudadanía dijo no al terrorismo

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